Opinion

La presidenta indignada

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Han sido muy comentadas las palabras de la presidenta del Tribunal Constitucional, Doña María Emilia Casas Bahamonde, con ocasión de la presentación que hizo del ex ministro Jerónimo Saavedra, con motivo de la conferencia de este último en el Club Siglo XXI. Los términos de su denuncia son dos hechos que ella constata: crisis institucional e intolerable campaña de desprestigio. Como Doctores tiene el Derecho Constitucional, dejo a mis colegas García Ruiz, Revenga y López Ulla la parte que a ellos se debe, y no me meto donde no me llaman. Por ello mi comentario es más modesto, más propio de un jurista artesano que de un gran maestro. Es una perogrullada decir que todas los sucesos, acontecimientos o similares tienen un comienzo y un final. Por ello, puede decirse que las crisis, sean estas cuales sean, así como las campañas de desprestigio están afectadas por las mismas leyes de la lógica: inicio, auge y decadencia, si se quiere formular en términos más cultos. Vayamos con la crisis institucional. Y con las preguntas que su constatación nos sugiere: ¿es nueva esta crisis de desprestigio o ya llevaba tiempo manifestándose? ¿La institución que preside Doña María Emilia puede tener algo que ver, indirectamente con su comportamiento, en el aliento o motivación de esa crisis? ¿O por el contrario estamos ante una institución, el Tribunal Constitucional, que mantiene incólume su prestigio? Si nos trasladamos a la intolerable campaña de desprestigio del Tribunal Constitucional, nos surgen de nuevo diversas preguntas que convendría fueran contestadas por alguien ad hoc, siquiera en un último pero digno arrebato de honestidad ¿Es nueva esta campaña de desprestigio, o ya lleva manifestándose largo tiempo sin que nadie la haya atajado? ¿Cuánto tiempo llevamos soportando las chulerías del tripartito para con el Estatuto de Cataluña, sus avisos, sus bravatas y sus llamadas a la insurrección? ¿Esa ahora cuando la Presidenta del Constitucional considera la campaña intolerable? ¿Puede la actitud de la señora Presidenta, en el propio devenir de las discusiones en el Tribunal acerca de la constitucionalidad o no del Estatuto, en el desenvolvimiento de las sucesivas ponencias rechazadas, haber tenido algo que ver con tal desprestigio? ¿O incluso puede hablarse de un desprestigio históricamente fraguado en pronunciamientos anteriores? Hubiera sido conveniente que Doña María Emilia hubiese contestado a estas preguntas al par que se indignaba.