Sociedad

EL TECHO

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Nos dicen que ya lo hemos tocado. Estaba bastante alto, pero seguirá estando al alcance de los que se han roto los cuernos políticos. Les bastaba con auparse un poco y seguir aguantando. Nuestros dirigentes tienen una admirable capacidad para sufrir con resignación los avatares del pueblo al que dicen representar. No hay ningún eventual cretino que no muestre una admirable capacidad de resistencia para soportar las estadísticas del paro, ya que viven de prometer que disminuirán gracias a sus gestiones. En España estamos batiendo nuestra propia plusmarca, pero no deja de ser confortador que nos anuncien que hemos tocado techo.

Desgraciadamente no nos detallan la estructura del edificio que encubre. ¿Era de cristal y ahora estamos pagando los vidrios rotos? ¿Cuál es el techo de nuestra ineptitud política? No me lo pregunten a mí, que siempre he estado desguarnecido. Atribuyó Ortega y Gasset, que es verdad como recuerda Luis María Ansón, que fue la señera inteligencia del siglo XX español, que los males de la política nuestra se deben a «la ausencia de los mejores». Da mucho más alto nivel entre nosotros la música, la cirugía, la pintura que la política.

¿Por qué se dedican a organizar la convivencia los que sólo pretenden organizar de modo más satisfactorio su vida íntima? Todo el que quiera conocer a gente vulgar, interesada y de tránsito, debe mezclarse, con la debida prudencia, con quienes manejan los asuntos públicos. En su mayoría son personas incultas, hábiles y ambiciosas, y lo que es peor, que sin ser malas, son peores. Si los hemos elegido era porque otros no se presentaban, pero lo están haciendo fatal. Peor imposible. Sólo podrán mejorar su récord si siguen los mismos, mientras los parados mejoran sus estadísticas. Qué pena, y qué alegría que José Tomás ya esté andando.