Senado plural
Actualizado: GuardarLa toma en consideración por el Senado de una proposición para introducir en el desarrollo de su tarea las lenguas que, junto al castellano, son cooficiales en seis comunidades autónomas debería reconducir el tenso debate que se suscitó ayer hacia cauces de mayor normalidad. Está claro que resultaría absurdo someter todos los trabajos del Senado a una expresión de plurilingüismo a ultranza, cuando todos los miembros de la Cámara comparten una lengua común. Pero la presencia del catalán, del valenciano, del gallego o del euskera en determinadas sesiones de un órgano concebido en la Constitución como doblemente plural contribuiría a transmitir al conjunto de los españoles el mensaje de que esa diversidad lingüística es un patrimonio a preservar y reconocer por parte de todos. Serviría para evitar que una buena parte de la sociedad española acabe percibiendo las mencionadas lenguas, por desconocimiento o prejuicio, como arcanos que estarían de sobra en la comunicación social, o como idiomas culturalmente inferiores al castellano. Aunque para esto es imprescindible que el debate se libere de las consabidas referencias a sentimientos de pertenencia que instrumentan el uso de las lenguas al servicio de las ideologías.