Brillo de Moura y Leonardo en La Maestranza de Sevilla
SEVILLA. Actualizado: GuardarLos dos más nuevos y jóvenes del cartel de seis rejoneadores, Moura y Leonardo, salieron mejor librados que los demás. Para Moura fue con diferencia el toro más bravo de la corrida de Murube: el más codicioso y pronto, el de más vivo galope, corto de manos, grandes estiradas. Leonardo se llevó del sorteo un toro de viva salida pero con querencia cantada a tablas o toriles después del primer castigo. Como esperó y tardeó un poquito, no fue sencillo. Tampoco imposible.
Moura tuvo una mañana casi redonda: muy caída la primera farpa porque el toro lo sorprendió en esa reunión, pero certero y templado después en reuniones ajustadas y clavadas a estribo y arriba. Notable el ritmo de la faena. Excelente el compás del jinete, que pareció más que nunca el calco de su señor padre y homónimo, Joao Moura.
La manera de llenar plaza Leonardo Hernández fue dato elocuente: sentido del toreo. En todas las fases. En el castigo, cuando hubo que arriesgar en un cuarteo comprometido frente a chiqueros y el toro arreó al dolerse; y en banderillas, donde empezó a cantarse la resistencia del toro. Era ya el sexto de corrida y nadie había intentado la suerte al pitón contrario. Lo hizo Leonardo. Con fortuna desigual. Por batir antes de tiempo o abrirse demasiado, dos de los intentos se frustraron. Otros dos contaron, en cambio, entre los mayores logros de la matinal. La unidad fue clave en la faena pese a los dos yerros, olvidados tras una tanda de cortas al violín en carrusel y, en fin, de una estocada casi fulminante que hizo rodar sin puntilla al toro. Dos orejas.
Con el toro menos propicio de la corrida, que arreó a veces de manso en lugar de encelarse, Rui Fernandes toreó con riesgo y cabeza. Aunque abusara de alardes.
Antonio Domecq, que mató a la penúltima, toreó para el gusto de los clásicos en el canon magistral: medida de los aires de cite y remate. Y Andy Cartagena toreó con cierta agitación en trabajo muy para el público, sembrado de piruetas y violines, balanceos en el sitio, retorcidos, se supone que agitanados. Raudas reuniones, alguna clavada buena. Cierta ligereza. Un punto frío Sergio Galán, discreto en el tercio de castigo, ortodoxo e inspirado en banderillas. Un alarde con las cortas, un pinchazo, una estocada.