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La xenofobia aumenta mientras los grandes partidos eluden debatir sobre inmigración

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El virus también se ha extendido por Reino Unido. Los políticos tampoco escuchan allí a los votantes, ni siquiera en plena campaña. Todas las encuestas evidencian que el segundo tema que más preocupa a los británicos es la inmigración, sólo por detrás de la economía y por delante de la criminalidad, la sanidad o la educación. Pero los principales partidos se resisten a tratar lo que la ciudadanía considera un problema acuciante. Los votantes reclaman a gritos un debate.

Los analistas consideran que Brown, Cameron y hasta Clegg eluden introducirse en un terreno de arenas movedizas por el temor de que sus propuestas fracasen y les cuesten preciosos votos en las elecciones más reñidas de los últimos veinte años. «El Gobierno laborista sabe que no puede llevar adelante la política que quiere la mayoría, porque eso equivaldría a reducir la inmigración a grado cero», sostiene Robert Ford, profesor de Sociología Política en la Universidad de Manchester. «Cerrar fronteras no es económicamente sensato ni factible a nivel legislativo. Por tanto, no están dispuestos a hablar de un tema sobre el que reconocen que discrepan con el público», agrega. Los conservadores de la oposición promocionaron en la campaña de hace cinco años un endurecimiento de la normativa y fueron derrotados. «Ahora no volverán a cometer el mismo error y compensan sus ideas restrictivas con un mensaje sobre la intolerancia y los prejuicios raciales. Temen que si se lanzan al debate podrían ser calificados como un partido antipático, una imagen que quieren sacarse de encima de forma desesperada», opina Ford. Los ciudadanos culpan a los laboristas de haber permitido durante sus trece años en Downing Street que la inmigración se haya triplicado.