SOMOS DOSCIENTOS MIL

DÍAS IMPORTANTES

Las próximas jornadas serán imprescindibles para levantar la economía de la ciudad

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Que mi querida ciudad de Jerez no atraviesa sus mejores momentos es algo que no haría falta publicar en estas líneas para general conocimiento. Seguro que cualquiera de nosotros tiene algún familiar en paro, un conocido que está padeciendo serios problemas económicos, algún allegado al que la crisis le ha afectado de una forma inusitada e, incluso, alguien cercano que trabaja en el Ayuntamiento donde, hoy por hoy, parece que se han concentrado todos los males sociales, desde el retraso en el pago de las nóminas hasta los cortes de luz en algunas dependencias municipales.

Ante ello, cualquier rayo de luz debe ser aprovechado al máximo y Jerez vive en estos días varios acontecimientos, de enorme trascendencia, que todos debemos apoyar sin fisuras, aunque sólo sea por el hecho de los importantísimos beneficios que los mismos generan al conjunto de la ciudad.

Por establecer un orden cronológico, el primero de ellos ha sido la inauguración oficial, el pasado martes, de la tienda Ikea en nuestra ciudad. A ello le seguirá el Mundial de Motociclismo, previsto para el fin de semana del primero de mayo y, finalmente, sin solución de continuidad, desde ese mismo sábado y durante nueve días, la ciudad se volcará en nuestra inconmensurable Feria del Caballo.

Supongo que no es necesario relacionar los múltiples beneficios que tales eventos nos acarrean, mas como siempre hay algún cortito de mente, permítanme señalar que Ikea atrae público, mucho público, de toda la provincia y alrededores. Estos, aprovechando que están en Jerez, seguro que se animan a echar un vistazo por otras superficies comerciales, pasean por el centro de la ciudad, visitan algún monumento y, cómo no, tapean, almuerzan o cenan en cualquiera de los negocios hosteleros con los que cuenta la ciudad. Respecto al mundial de motos, qué les voy a decir: unan a los anteriores beneficios la masiva llegada de moteros desde todo el país y, ello, añadirá otros colectivos beneficiados: hoteles llenos, terrazas de bares repletas, zonas de copas y movida hasta la bandera, estaciones de servicios apurando sus reservas de combustible, algún que otro taller o grúa que aprovechará las inevitables averías e, incluso, el beneficio compartido con las ciudades del entorno de Jerez, a las que igualmente llega la movida de las motos.

Respecto a la feria sus beneficios son más que conocidos. Como se trata de un suma y sigue, a lo ya dicho adicionen los autobuses urbanos y los taxis que incrementan de forma exponencial su número de viajeros. Incluyan los variados colectivos de trabajadores: carpinteros, electricistas, albañiles, fontaneros, camareros, vigilantes, limpieza, etcétera, que hallan trabajo en el Real de la Feria, aunque lo sea con carácter temporal -menos da una piedra- y, por supuesto, añadan los ingresos que perciben aquellos empresarios y colectivos que gestionan las casetas, ya que aunque la crisis hace mella de forma generalizada en nuestros bolsillos, la feria es la feria.

Por todo ello he decidido titular esta crónica como 'Días importantes', consciente de que estas semanas suponen un soplo de aire fresco para la maltrecha economía de nuestra ciudad. Es necesario, y así lo pretendo con estas líneas, hacer un llamado a la cordura, para que aquellos colectivos de trabajadores que están anunciando la posibilidad de boicotear cualquiera de estas celebraciones (limpieza pública, Policía Local, etcétera), se abstengan de hacerlo y, aunque les duela, aplacen unas semanas sus protestas. Lo que le faltaba a la ciudad es dar esa imagen penosa que supone encontrar una ciudad sucia, una policía intolerante o variados colectivos echados a la calle protestando megáfono en mano.

Deberán comprender que, con esa actitud, sólo lograremos que quien nos visite para ir a Ikea, para seguir el mundial de motos o para disfrutar de la feria, jamás vuelva a tener a Jerez entre sus destinos. Es simplemente cuestión de que todos arrimemos el hombro y, de ese modo, seguro que no tengo que entonar aquel mítico pensamiento del genial Woody Allen cuando dijo: «Disfruta el día hasta que un imbécil te lo arruine».