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A De Bernardo le pitan los oídos
Los problemas del alcantarillado, el robo de la Caja, Fadricas o la falta de negociación han encendido los ánimos de los ciudadanos El alcalde isleño vive uno de sus momentos más difíciles como regidor
Actualizado: GuardarTodo transcurría con total normalidad. El primer edil, Manuel María de Bernardo, estaba realizando una valoración en la oficina del Bicentenario sobre las actividades del primer trimestre de la efeméride, cuando un sonido mezclado entre pitos y sirenas comenzó a hacerse ensordecedor. Al abrirse la puerta, la boca de un megáfono asomó y una voz le dijo de forma clara: «alcalde da la cara».
Fuera, los empleados del alcantarillado se manifestaban por la imposibilidad de compatibilizar la vida laboral con la familiar, por la falta de plantilla (nueve operarios para una ciudad de 100.000 habitantes) y por una mejora salarial. Expusieron sus quejas de manera contundente, y difícilmente, podrán hacerlo de forma más alta. A pesar de ello De Bernardo enfiló el camino a la Alcaldía sin dirigir mirada a los trabajadores y sin atender sus peticiones para que el Ayuntamiento medie con la empresa que desarrolla un servicio público.
Una costumbre
A lo largo de 2009 las protesta de los ciudadanos se han convertido en una constante que se ha mantenido. Hace un año, los desempleados de la ciudad acudieron durante varios días a la sede del Consistorio para pedir en sus puertas un compromiso claro con el empleo, ya que afirmaba que se había incumplido la promesa laboral del tranvía mientras que el Fondo Estatal daba trabajo a los parados de otras localidades.
Cuando las aguas se calmaron, llegó toda la vorágine del robo de la Caja y la creación de una plataforma ciudadana dispuesta a realizar concentraciones en los actos municipales más destacados para exigir la ruptura del pacto y las dimisiones del propio regidor y de la delegada de Hacienda, Mercedes Espejo. Hasta que llegó el punto en el que los plenos eran más interesantes por lo que ocurría en los asientos para los vecinos que en lo propios debates y propuestas de los grupos políticos. Una de las sesiones destacó porque mientras que un afectado por las expropiaciones de Fadricas sujetaba un papel en el que se leía «huelga de hambre», las limpiadoras de los colegios públicos permanecían de pie con la boca tapada por una cinta adhesiva y la plataforma aguantaba su cartel de «Responsabilidades Políticas Ya».
En el último pleno no aparecieron las limpiadoras pero sí el Sindicato de la Policía Local (SPLI) para protestar por la falta de personal y la cantidad de horas extras. Si a ello se le suma la manifestación que reunió a unas dos mil personas en diciembre no es raro que al alcalde le duelan ya los oídos.