ANCHA LIBERADA
Actualizado: GuardarCada vez me resultan más apetecibles estas tardes de primavera en las que, y sin un motivo aparente, te lanzas a la calle a dar un paseo. Cuando se alargan los días la jornada de trabajo se me hace cuesta arriba, de ahí que a las seis de la tarde intente apagar el portátil para escaparme a bichear el ambiente. Este miércoles sí que debía haber paseado, me arrepiento de no haber apagado el ordenador a su debido momento, y salir corriendo a tomarle el pulso, una vez más, a la calle Ancha. Una calle que me fascina porque es, a mi entender, el verdadero corazón del casco histórico ya que logra transmitir el palpitar de una ciudad, cuando menos, complicada. Como les digo, tenía que haber estado allí y haber entrado de cualquier modo en la casa de los periodistas, según me cuentan estaba a rebosar, para empaparme de lo que allí sucedía, más que nada porque llevo tiempo intentado poner en orden cuanto pienso y siento. No dejo de preguntarme por qué no somos capaces, en este país, de separar juicios políticos y justicia. Me niego a entender por qué la ley de amnistía de 1977 es usada como argumento para negar el rescate de los restos de fusilados y fusiladas, y con todo lo anterior no quiero decir que no me plantee que el juez haya podido cometer ciertos errores en los procedimientos. Saben, realmente quería hablarles de la calle Ancha porque ayer de nuevo volvió a fascinarme. A escasos metros de donde unas doscientas personas se unían a favor de Garzón, unos nostálgicos comentaban cuanto les costaba aceptar la decisión del Supremo de pedir a Falange que revise el escrito por el que reclaman veinte años de inhabilitación para el juez.