Mario Balotelli tiró al césped la camiseta del Inter al terminar el partido con el Barcelona. :: AP PHOTO
LA PRÓRROGA

Balotelli, una historia de amor y odio

Una infancia desdichada ha marcado el carácter del 'niño malo' del Inter

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En la noche en la que el Barcelona dejó de ser un equipo extraterrestre a muchos les debió de parecer ver un marciano. Al final entró un tal Balotelli, un tiarrón de 1,90 que pese a sus 19 años y estar fresco trotaba con chulería y no bajaba a defender mientras sus colegas treintañeros agonizaban. Fue aún más raro cuando mandó dos balones al aparcamiento y empezaron a silbarle desde las pobladas gradas de San Siro. Más confuso todavía resultó verle insultar a él a los 'tifosi' y a Mourinho gritando «¡Pero qué hijo de putaaaa!» cuando reventaba un contragolpe de libro. Pero lo más extraño llegó al final. Se quitó la camiseta enfurruñado y la tiró al césped. Luego, en el vestuario, Materazzi casi le da una paliza. Quien no conocía a Balotelli tuvo así una lección acelerada. El Inter y él llevan así un par de años.

La historia es más complicada. Balotelli, cuando tiene el día, es asombroso. En 2006, con 15 años, debutó en Tercera con el Lumezzane. Dos meses después ya le estaba haciendo una prueba el Barcelona, pero al final se lo llevó el Inter por 370.000 euros. En año y medio estaba en la Serie A. También en la Sub'21. Y periódicamente marean a Lippi, el seleccionador absoluto, para ver si lo lleva al Mundial.

Su calidad lleva a disculpar su carácter, pues también se hizo famoso por broncas, expulsiones tontas y desplantes a los entrenadores. Nació en 1990 en Palermo como Mario Barwuah, hijo de un matrimonio de Ghana. El pequeño Mario tenía una grave enfermedad y sus padres lo abandonaron en un hospital de Brescia. A los dos años fue adoptado por la familia Balotelli, que ya tenía dos niños y una niña. Ser negro en un pueblo del norte de Italia no es fácil, y es peor si encima eres italiano, pero Balotelli salió adelante gracias al amor de su familia. «Tenía mucha necesidad de afecto, no se dormía si mamá no le sujetaba la mano. Buscaba siempre la confirmación de nuestro amor. En el colegio era el único de color y para ser aceptado hacía el payaso», ha contado su hermana Cristina. Ha sido trágico ver reaparecer de la nada a sus padres africanos cuando se ha hecho famoso, dando entrevistas para decir que ni les llama. Balotelli tuvo que salir a renegar y menospreciar con dureza a sus padres biológicos.

El fútbol tampoco es amor, desde luego. En su primer partido en Tercera ya oyó gritos racistas en Padua. Dos 'tifosi' de la Roma le tiraron dos plátanos por la calle. El lío está asegurado porque responde siempre. En la adolescencia Balotelli curtió un carácter hosco, para imponer respeto. Hay que escuchar el efecto que hizo en gente humilde y franciscana, como Materazzi, Totti o Mourinho. «A veces tenemos que darle un repaso porque no nos respeta nada, y cuanto más le sacudes más se crece», dijo Materazzi. «Si yo a los 19 me hubiera portado como él me habrían dado patadas en el culo», lamentó Totti.

Con Mourinho ha sido un culebrón, porque en el fondo le gusta. Es un chulo como él, pero quiere educarle a palos. Cuando no se entrena bien no lo convoca, si hace una pifia lo manda a juveniles y una vez lo sustituyó por no defender en un córner. Este año llegaron a las manos. Los 'tifosi' ya no le aguantan. Después de la afrenta a la sagrada 'maglia' se da por hecho que se larga.