LA CERBATANA

Tacita de cacas

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El pasado Sábado Santo recibí la visita de unos amigos extremeños a los que tuve que acompañar por las calles del centro y hacer de cicerone. Hizo un día espléndido con las calles llenas de foráneos, turistas y admiradores de nuestro patrimonio. Tiendas abiertas y gran bullicio. San Juan de Dios, Pópulo, plaza de las Flores, Torre Tavira, La Viña, La Caleta o el Parque Genovés. ¡Qué maravilla de paseo para unos amigos que lo único que conocían de Cádiz era el Paseo Marítimo en verano! Todo Cádiz es una delicia para mostrar a los que nos visitan.

Pero siempre hay puntos negros que no debemos seguir asumiendo. Hasta tres veces, amigos lectores de La Cerbatana, tuve que apartar a alguno de mis acompañantes para que no pisaran las ya tradicionales caquitas de perro que forman parte de nuestro paisaje urbano. ¡Qué lástima y qué sonrojo! A mí se me caía la cara de vergüenza. Hace un tiempo, el amigo Pérez-Reverte ya se acordó de los dueños de los animales en su columna dominical de tirada nacional para vergüenza gaditana. No creo que cueste tanto recoger la mierda, es más, hasta es gratis. El procedimiento, para los que no lo sepan -que son muchos en nuestra Ciudad- consiste en coger una bolsita de plástico, enfundársela en la mano derecha o izquierda -esto es indiferente para los suspicaces- agacharse, atrapar el estático excremento e introducirlo en la papelera o contenedor más cercano. Fácil ¿verdad? Pues muchos de nuestros vecinos aún no conocen el sistema o lo ven difícil de realizar. Seguro que ponen excusas como que si la culpa la tiene Zapatero, que si así creamos empleo, que si tenía la lavadora puesta, que si la Teo es rubia...

Ya me lo decía mi primo, «Cádiz, Tacita de cacas».