zxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx. :: AFP
CRÓNICA

Button vuelve a mandar

El campeón de 2009 da un golpe de efecto con su triunfo en China y encabeza el Mundial

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Ha llegado McLaren y lo ha hecho con toda la maquinaria que sostiene a una escudería legendaria en la Fórmula 1. En China desenredó el nudo que sujetaba al Mundial por el gaznate. El gobierno de Red Bull y sus bólidos alados, la alternativa Ferrari con el mejor piloto de la parrilla. De repente emerge el holding británico y da un puñetazo en la mesa para reivindicar la laboriosidad de su fábrica-quirófano en Woking, allí donde nunca se vio una mancha, churrete o similar. Fue la jugada perfecta: Jenson Button levantó el dedo como el campeón en vigor, defendió su estatus de piloto fino y gobierna el Mundial con guante firme. No permitió intromisiones de Hamilton, que completó el doblete inglés en otra sesión magnífica de Fórmula 1. Hubo lluvia y desaparecieron los raíles del tren que, para muchos, impulsan a los monoplazas. Alonso salvó el trance, cuarto, con un resultado potente después de su ramalazo de ansia viva. Se saltó el semáforo rojo y, después de rubricar una gran salida con el primer puesto, fue sancionado con un justo paseo por el 'pit-lane' que penalizó su candidatura a la victoria.

Bonita carrera en el Mar de China. Otra vez la lluvia exprimió lo mejor de la Fórmula 1, esa incertidumbre que altera voluntades y destroza parámetros en los portátiles. Las entradas y salidas en los boxes al albur de las predicciones meteorológicas en busca del mejor compuesto de neumáticos procuran situaciones divertidas porque muestran una realidad incuestionable: ni el más sabio de los ingenieros puede combatir a la madre naturaleza.

En la vuelta 38 -todavía con 18 por delante-, Alonso ya había ingresado cinco veces en el garaje rojo para sustituir las gomas. Alguersuari iba por entonces por la sexta detención y parecía que pilotos y coches llevasen sólo diez minutos en la pista por lo entretenido de la película. Unos se adelantaban a otros, los otros a los unos, y todos a Michael Schumacher. El alemán siete veces campeón del mundo desapareció entre la bruma cuando acabó la carrera porque no es arriesgado pronosticar que probablemente sufrió más que nunca en su vida. Le adelantó todo el mundo en una evidencia de que el otrora emperador tiene más cartas para penar que para disfrutar en esta 'rentrèe'.

Sucedió que entre tanto frenesí y regocijo para el espectador, que se ganó con creces el madrugón dominical, emergió la figura de Jenson Button. Se dice con buen tino por el paddock que cada piloto conduce como es, que su personalidad se plasma con un volante entre las manos. Y Button es fino.

Existe una tendencia decadente en la Fórmula 1 que consiste en desgranar cada carrera al estilo del 4-4-2 futbolero. Y todo pasa por las estrategias de los jefes de equipo en los garajes y sus decisiones respecto a los neumáticos, el número de paradas, etc. Sin tener en cuenta el carácter del piloto y sus circunstancias.

«No veo nada»

Button ganó el Mundial 2009 y nunca recibió reconocimiento por ello. Había triunfado el coche ideado por Ross Brawn, no la pericia del británico, que funciona estilo hormiga. Grano a grano llena el almacén, sin estridencias, sin llamar la atención. Conduce con sutileza, sin degradar los neumáticos, sin meterse en líos innecesarios. Tal y como se maneja por la vida, sonrisa en ristre, calma chicha y Jessica Michibata de la cintura.

Nadie le echó el guante en la llovizna de Shanghai y cuando Lewis Hamilton se postuló en el tramo final para pedir un permiso con sobreentendidos de capitán, Button emitió un mensaje inteligente a través de la radio. «No veo nada por los retrovisores», comunicó a sus ingenieros, a su equipo y al mundo entero con su impetuoso compañero colgado de su espalda y preparado para el hachazo. No veía nada. Y tampoco pretendía ver a Hamilton, al que exigió un poco de respeto con esa advertencia. Fue un aviso diplomático. Y el niño bonito de McLaren no se atrevió a hincar el diente al actual campeón del mundo, que reafirmó su buen nombre en la que él mismo calificó como «la mejor carrera de mi vida».