Jerez

El daño emocional resulta irreparable

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Juan Antonio Borrego, de 41 años y natural de Estella, lleva algo más de tres años postrado en una silla de ruedas. Él era joven, deportista y amante de la caza, como lo define su abogado, cuando un terrible accidente acabó con su modo de vida. El trabajador, que siempre se dedicó al mundo de la construcción, era un persona soltera e independiente hasta que el destino le jugó esta mala pasada.

En la actualidad, Juan Antonio necesita permanentemente la ayuda de otros para las labores más cotidianas y vive con sus padres y con su hermana Isabel, que se dedica en cuerpo y alma a sus cuidados. Para ello, se han visto obligados a reformar su vivienda y adaptarla a la discapacidad que padece, sustituyendo la bañera por un plato de ducha e instalando rampas y barandillas para que la estancia en la casa le resulte lo más cómoda posible.

Sin embargo, nada es suficiente para mitigar el daño emocional que sufre el trabajador. Como contó su hermana, está continuamente deprimido debido al cese de todas las actividades que practicaba, incluida una vida social que se ha vuelto prácticamente inexistente.