Jerez

Bodegas con raíces jerezanas

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Era la época de finales de los años 80, y en la Denominación de Origen del Vino de Jerez se experimentaba el mayor ‘boom’ que ha tenido nunca este negocio. Lo dicen las cifras, ya que por entonces se expedían al año unas 400.000 botas de vino, y también el hecho de que las más importantes multinacionales, sobre todo de capital extranjero, decidieran desembarcar en la zona adquiriendo bodegas.

El idilio duró casi una década en la que las grandes empresas extranjeros llegaron a imponerse a las familiares. Pero las cosas fueron cambiando, el negocio fue perdiendo comba y a mediados de los 90 comenzaron las desinversiones que hicieron que las tornas volvieran a cambiarse y que la primacía pasara de nuevo a las sagas de la comarca.

Tanto fue así que en la actualidad, en todo el Marco de Jerez sólo pervive una multinacional, Beam Global, que es la propietaria de las antiguas bodegas Domecq, así como de Harveys, Fundador y Terry. Es la única empresa extranjera que pervive entre las 85 bodegas que hay inscritas en la Denominación de Origen. Hay otra empresa, Sandeman, la firma del hombre de la capa negra, cuyos dueños son los portugueses de Sogrape, pero que sólo tiene presencia física en el Marco pero no vinos, ya que hace tiempo que vendieron todas sus existencias a los Ruiz-Mateos.

El resto de bodegas de la zona están en manos de empresas familiares, y su perfil varía desde las grandes multinacionales con origen en Jerez como González Byass, que ahora celebra su 175 aniversario y que fue fundada en el año 1835 por un veinteañero llamado Manuel María González, hasta pequeñas joyas como Maestro Sierra, que desde hace unos 25 años está en manos de Pilar Plá, viuda de su propietario que decidió dar un giro a su negocio y pasar de la venta a granel a crear su propia marca con la calidad como bandera.

Junto a ellos luchan por seguir vendiendo vino en un mercado en recesión nombres como los de los Osborne, como Caballero, como los de la saga que siempre ha regentado Sánchez Romate, como los Estévez o la familia Ruiz-Mateos, que han vuelto con más fuerza que nunca al Marco en el que nacieron sus negocios y en el que hoy ya son propietarios de cinco empresas. A ellos se suman nuevas familias, como los onubenses Alonso y Rocío Ruiz, padre e hija, que han puesto en pie bodegas Urium hace pocos años y que venden unos excelentes VORS.

Y es precisamente ese empuje de la tradición, esa implicación emocional en la actividad económica, uno de los puntos fuertes de esta Denominación de Origen. Así lo considera el director general de la patronal Fedejerez, Bosco Torremocha, que considera que «la permanencia en el Marco de las empresas, que hoy haya casi el mismo número que en décadas anteriores, es fruto de esa apuesta continua de algunas familias por estar aquí, por no desenfocar el negocio ni en los tiempos duros y seguir apostando».

Eso sí, las empresas familiares en las que unas generaciones dan relevo a otras «cada vez más preparadas y especializadas como demanda un sector tan competitivo», cuentan en muchos casos con personal externo y consejeros extranjeros, apunta Torremocha.

Para el representante de la patronal, «no es justo que se haya demonizado a las multinacionales que llegaron al Marco, porque nunca vinieron a esquilmarlo, sino a desarrollar el negocio, y porque muchas de ellas, como Pernod Ricard, incluso han llevado el nombre de Jerez (Domecq) a su división de vinos». Claro que tampoco acepta Torremocha que la lectura actual sea que «el que no haya multinacionales signifique que la Denominación de Origen no sea atractiva, ya que lo que ocurre es que ahora hay otros plazos más a largo plazo para el negocio y una búsqueda del valor añadido que casa mejor con el tipo de empresa familiar».