Opinion

Erupción y responsabilidad

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Las consecuencias de la erupción de un volcán, que se mantenía aletargado bajo un glaciar islandés, en el tráfico aéreo procedente o con destino hacia distintos países europeos está provocando serios perjuicios a miles de personas, obligadas a modificar o suspender sus planes de viaje en medio de una inusitada incertidumbre. Pero ni las autoridades concernidas por la crisis ni las compañías que operan en las rutas afectadas por tan inmensa nube de cenizas a la deriva pueden escudarse en la naturaleza incontrolable del problema a la hora de eludir su responsabilidad. Antes que nada, es preciso que los viajeros que han perdido su vuelo puedan hacer efectivo su derecho de cambiarlo por otro o de recuperar la cuantía abonada. Pero la previsible duración del caos aéreo, cuando menos durante el fin de semana, exige un esfuerzo de información especial por parte de los organismos públicos y de las aerolíneas, extensible a las agencias de viajes, de manera que los inconvenientes causados en las primeras horas no vayan a más. Esfuerzo que requeriría el concurso masivo de los medios de transporte alternativos al avión sin que repercuta en su coste habitual.