CUESTIÓN DE CREDIBILIDAD
Actualizado: GuardarCasi sin darnos cuenta, lo que en un principio fueron instrumentos estadísticos de predicción, se han convertido en la razón de ser de todo. Me refiero a las encuestas. Todos los días nos inundan con datos. Sus resultados marcan tendencias, imponen modas, hacen subir o bajar la bolsa a su antojo, e incluso son capaces de poner y quitar gobernantes. Se utilizan lo mismo para medir la audiencia de un programa televisivo que para valorar la calidad de la vida sexual de la población española. Lo peor de todo es que ya las estamos incorporando como elemento discriminatorio cuando tenemos que tomar decisiones que afectan a nuestra vida doméstica.
Una pregunta que tenemos que hacernos siempre que valoremos los datos de una encuesta es: ¿Quién la ha encargado? Dependiendo de ello así podremos predecir las conclusiones.
Los datos, a nivel internacional, confirman la tendencia al alejamiento entre la ciudadanía y su clase política. La crisis se convierte en un gran desafío para los que ostentan el poder. La desconfianza, no sólo en los partidos políticos, sino también en sus líderes hace que puedan prosperar elementos populistas que, al amparo de mensajes catastrofistas, patrióticos o xenófobos, manejen las masas a su antojo.
Los derechos políticos y las libertades civiles están en retroceso, según nos confirma la organización Freeddon House, durante el año 2009.
Ilusionar a la ciudadanía en un proyecto que despierte inquietudes parece ser cosa del pasado. Los únicos valores de los que entiende nuestro modelo social son los materiales. Generar ilusión y confianza debieran ser los objetivos de nuestros gobernantes. Aunque, como está el panorama, es difícil apostar a que depositemos nuestras ilusiones y nuestro futuro en políticos cuya credibilidad deja mucho que desear. Como muestra basta un botón. Propongo consultar el patrimonio que declaran algunos de nuestros gobernantes.
¡Increíble!