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«Contra un volcán no hay quien pueda»
Los damnificados se aferraban a la «resignación y a la paciencia», mientras algunos denuncian la «desinformación»
MADRID. Actualizado: Guardar«Era un viaje de placer, ahora es de estrés», comentaba entre risas Patricia García. Debería estar en Viena, junto a su marido y otras dos parejas en un viaje planeado desde hacía tiempo, pero la nube de cenizas que ha provocado el caos en los aeropuertos del norte de Europa la ha dejado en tierra, sin maletas -había facturado cuando anunciaron la cancelación de su vuelo- y en una kilométrica cola en la T-4 de Barajas (Madrid).
Compartiendo fila con Patricia, aunque algunos metros por delante, Elisa, una joven venezolana, conseguía al fin solucionar su situación. Trece horas de colas, reclamaciones en uno y otro mostrador, dieron sus frutos pasadas las siete de la tarde, cuando abandonaba la fila con los billetes en la mano. Hoy podrá llegar a su destino, Londres, ciudad en la que debería haber dormido, pues su hora de salida estaba fijada para el pasado jueves a las 11.00 horas. «Cansada y sin poder pensar», confesaba Elisa a punto de abandonar el 'hogar' que durante dos días ha compartido con cientos de afectados.
El caos provocado por la erupción del volcán islandés el pasado miércoles ha sorprendido a toda Europa, incluso a España. La llegada de la 'nube negra' obligó a la cancelación de 1.246 vuelos, según informó Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA).
«Resignación y paciencia», señalaba la mayoría de los damnificados como receta para aguantar la larga espera. Otros, en cambio, apuntaban «que la desinformación era total, además, de falta de personal». Así lo denunciaba un matrimonio madrileño: «Nadie nos ha dicho que nuestro vuelo no salía, lo hemos visto en la pantalla de la puerta de embarque». No esperaron respuesta de la compañía ante «las colas espantosas» que inundaban la terminal.
Hasta el aeródromo madrileño, el más afectado por las cancelaciones, junto al barcelonés de El Prat, no paraba de llegar gente con la ilusión de que su vuelo no hubiese sido cancelado. «Contra la naturaleza de un volcán no hay quien pueda», comentaba un pasajero con destino París, donde su hija le esperaba después de varios meses sin verse. Había visto la noticia en la televisión, pero «tenía la esperanza de poder viajar». París, Ámsterdam, Múnich. las más importantes ciudades del norte de Europa se quedaron aisladas, y con ellas, numerosos ejecutivos, familias y estudiantes no pudieron disfrutar de sus escapadas de fin de semana.