Los mecánicos de Ferrari trabajan en el monoplaza de Alonso tras romperse el motor. :: EFE
LA PRÓRROGA

Mal de motores para Fernando Alonso

El español rompe el segundo propulsor del Ferrari y sólo le quedan cinco nuevos y uno usado para dieciséis carreras

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El motor Ferrari ha ingresado en la categoría de sospechoso. Así lo ha decretado un titubeante comienzo de temporada en cuanto a fiabilidad, que ayer levantó acta notarial del problema en Shanghai. Fernando Alonso rompió el segundo motor, el segundo consecutivo, antes de que se dispute el cuarto gran premio de la temporada. Y ya sólo le quedan cinco propulsores nuevos (usó otro más el domingo en Bahréin) para dieciséis carreras. Pese a que el español declaró una «preocupación cero» al respecto, hay motivos para la intranquilidad en Ferrari.

El asturiano dio seis vueltas con el monoplaza en la primera sesión de entrenamientos libres de China y el motor dijo basta. Humo en las tripas del F10. Como en Malasia. Casi como en Bahréin. «A nadie le gusta estropear el motor, pero no tengo la más mínima preocupación. Ya sabíamos que tarde o temprano se iba a romper», comunicó Alonso sin torcer el gesto.

La cuestión, sin embargo, son los plazos y la inquietud que puede provocar un coche con un propulsor frágil. Según el reglamento de la Federación Internacional del Automóvil (FIA), cada piloto dispone de ocho motores útiles para las diecinueve pruebas del Mundial. Cada vez que emplee uno más, perderá diez puestos en la parrilla de salida. Alonso ha roto dos propulsores (en la carrera de Malasia y ayer) y ha utilizado uno más, en la carrera de Bahréin después de reservar el que empleó en los primeros entrenamientos oficiales de la temporada. Es decir, sólo le quedan cinco nuevos y uno usado para dieciséis carreras.

La vida de un motor de Fórmula 1 alcanza los mil kilómetros, unos tres grandes premios. Y aunque parece una ciencia exacta, no lo es. Determinados elementos externos pueden influir en su rendimiento. Se puede averiar por sobrecalentamiento (como dice Ferrari que sucedió en Bahréin), por una mala refrigeración, por las condiciones del tiempo, por la presión atmosférica y, claro, por el tipo de conductor al volante. Que, en el caso de Alonso, está fuera de sospecha.

Los equipos de Fórmula 1 establecen un margen de seguridad en sus cálculos informáticos. Si el motor llega a la zona azul, se encuentra en el límite de su vida y en riesgo de fenecer. Según la configuración electrónica del bólido, los ingenieros lo pueden llevar al límite y arriesgar a una rotura o bajar las revoluciones y adoptar una táctica más conservadora. Es lo que sucedió el año pasado con el BMW. Tuvo los mismos problemas que Ferrari este año y decidió plantear una estrategia suave. No forzó, perdió potencia y caballos, y ganó constancia.

La coincidencia entre las gentes de la Fórmula 1 es que Ferrari tiene un problema. Sobre todo, si se trata de un asunto estructural en la concepción del propulsor. Los motores del coche de Alonso han fallado, y ha sucedido lo mismo con los Sauber, que montan propulsores Ferrari. De la Rosa sólo ha acabado una carrera y su compañero Kobayashi, ninguna. Sin embargo, los Toro Rosso, también clientes de Ferrari, no han tenido ningún problema.

Alonso siguió con su discurso: «En el plan original estaba usar un motor nuevo en Bahrein, otro en Australia y otro en China, así que seguimos con el plan original, pero por desgracia hemos perdido dos motores que íbamos a utilizar los siguientes viernes a partir de ahora en todo el campeonato»

Según el asturiano, la única consecuencia de los dos motores estropeados que afectará al programa marcado por Ferrari será los viernes.