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La crisis interna deja tocado al gobierno local
La comparecencia de la primera edil evidenció la fractura: no estuvo presente ninguno de los concejales críticos con su gestión
JEREZ. Actualizado: GuardarLa foto de abajo es de lo más significativa. Corresponde a la comparecencia de ayer de Pilar Sánchez para anunciar las medidas del plan de viabilidad municipal y la destitución que después no fue tal del delegado Francisco Benavent. El escenario, el Salón Noble del Ayuntamiento, lo que evidencia la importancia de la cita. Viste chaqueta blanca y pantalón negro. Firme y aparentemente tranquila, habla de pie, con un enorme cartel con el slogan 'Jerez en marcha' a sus espaldas. Se dirige a los medios de comunicación, pero en las dos primeras filas, dejando constancia de su apoyo a la primera edil socialista, hay una serie de concejales del equipo de gobierno. Sin embargo, no están todos.
Faltan los considerados críticos, ésos que conforman lo que muchos denominan la oposición dentro del propio gobierno local. Es decir, Francisco Benavent, Dolores Barroso, Juan Salguero, Antonio Fernández Ortega, Irene Canca, Margarida Ledo, África Becerra y Juan Manuel García Bermúdez. Ni estaban ni querían estar. No comulgan con la gestión de Pilar Sánchez y ayer volvieron a dejarlo claro una vez más con su ausencia en esta importante rueda de prensa.
Sí están los afines, a pesar de que hay quien pone en duda la fidelidad de algunos de ellos, sobre todo de un tiempo a esta parte. Es decir, Casto Sánchez, Francisco Lebrero, Juan Pedro Crisol, Ainhoa Gil, Miriam Alconchel, María del Carmen Martínez y el delegado no electo José Manuel Jiménez.
Escenificación
La división interna del gobierno local quedaba así más que escenificada. Sin necesidad de declaraciones ni enfrentamientos públicos que la alimenten. Hace ya tiempo que las diferencias son irreconciliables entre unos y otros.
Esa división se puso ya de manifiesto el pasado verano. Fue cuando los denominados ediles díscolos, hartos de la gestión y de las formas de Pilar Sánchez, trasladaron su malestar a la dirección del partido. Fue en una reunión con el secretario provincial, Francisco González Cabaña, una persona que, dicho sea de paso, tampoco ha destacado nunca precisamente por su afinidad con la alcaldesa jerezana. La cosa pudo acabar mal, pero la mediación del propio Cabaña resultó decisiva para evitarlo, para que no pasase a mayores al menos de puertas para fuera. Porque el tiempo se ha encargado de demostrar que no era más que eso, un cierre en falso de esa crisis interna.
Después llegó la remodelación del equipo de gobierno. Los afines ganaban peso en el mismo, aunque dándole a Benavent una de las coordinaciones de áreas municipales que se crearon. También se le había ofrecido una tenencia de alcaldía, pero él la rechazó, marcando así de nuevo distancias respecto al núcleo duro de Pilar Sánchez.
Calma tensa
Se dio así paso a una época de relativa calma. Pero era una calma tensa. Las heridas no habían ni mucho menos cicatrizado y era cuestión de tiempo que se volviesen a abrir. Los problemas económicos del Ayuntamiento eran cada vez mayores. Se anunció un plan de viabilidad y hasta un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) en el Ayuntamiento que, unido a los retrasos en los pagos de las nóminas de los trabajadores municipales, acabaron por dinamitar esa paz ficticia.
Se volvió a especular, incluso, con la posibilidad de que Pilar Sánchez pudiese no repetir como candidata socialista en las elecciones municipales del año que viene. Sonaron nombres como los de la diputada nacional Mamen Sánchez y el ya ex consejero de Empleo Antonio Fernández como alternativas. Aunque José Antonio Griñán, poco antes de tomar el poder en el PSOE de Andalucía, declaró públicamente que «no cabía ninguna duda» de que la actual primera edil sería la candidata socialista.
Los siguientes episodios permanecen frescos en la memoria de todos: la dimisión del delegado (no electo) Juan Ramón Aramburu, y de su marido, Juan Carlos Jiménez, como jefe del Gabinete de Alcaldía; las manifestaciones de los empleados de las concesionarias; las protestas de trabajadores municipales por los retrasos en los cobros; la renuncia de Francisco Benavent a seguir formando parte de la Junta de Gobierno Local; el anuncio de despido de 19 asesores del Consistorio; y la primero-sí-después-no destitución de Francisco Benavent como delegado.
Lo que pueda pasar de aquí en adelante es una incógnita. Pero lo sucedido en los últimos meses evidencia más que nunca que el Ayuntamiento está regido por un gobierno en crisis, con dos grupos claramente enfrentados entre sí, y que está muy tocado. Queda poco más de un año para las elecciones municipales y la cuestión ahora es saber si llegará 'sano' hasta entonces.