Opinion

Paso antinuclear

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La firma por los Estados Unidos y Rusia de un nuevo Tratado de limitación de sus arsenales nucleares es una doble inversión bilateral e internacional: la fuerte reducción del número de ojivas atómicas y de cohetes envía una señal balsámica a un mundo que desea la desaparición de unas y otros. Y fomenta la confianza ruso-norteamericana como no se había visto desde la desaparición formal de la URSS. Tanto es así que Obama no dudó ayer en describir el START-II como el fin de la separación entre Rusia y los Estados Unidos. Washignton cree contar con la Federación Rusa como un socio fiable si, como parece, ésta aplica una política exterior coherente y estable. No es preciso ponderar la importancia de lo sucedido, pero queda lo más difícil que es atajar la amenaza latente de la proliferación nuclear en nuevos países. En este sentido es indispensable que culmine con éxito la conferencia sobre seguridad nuclear que se celebra en Washington la próxima semana.