Lo que tapa la corrupción
La peor de todas las corrupciones es la que deja a cuatro millones de parados en la cola del INEM
Actualizado: GuardarG ente principal hay en España que sostiene que no saldremos nunca de la crisis mientras mantengamos los insufribles índices de corrupción que golpean nuestras conciencias. No faltan analistas que advierten del peligro de acostumbrarnos a vivir rodeados de mierda, como si habitáramos un muladar. No hemos hecho otra cosa que superar -informativamente-, el 'caso Matas' y ya estamos instalados en los 50.000 folios de la 'Gürtel'. Mientras escudriñamos el sumario y nos dejamos la vista en tal o cual detalle de esta novela sórdida y cutre de los cabecillas de la red, dejamos pasar la vida como si el tiempo no fuera lo que es, algo que no vuelve. No pretendo rebajar lo más mínimo la gravedad de los casos de corrupción que atenazan al PP de Rajoy. Critico su indolencia en este y otros asuntos. Sé que Rajoy es lento; sé que se jacta de que su agenda no se la marquen los medios ni los periodistas que escriben cada domingo su homilía. Y sé también que no lo quedará más remedio que sacar el bisturí si quiere llegar a La Moncloa sin la sombra de la sospecha, esa que hace que uno mire a la izquierda cuando el ruido y las señales vienen de otro lado. Nunca como ahora tendrá Rajoy una oportunidad que le permita demostrar lo que es y lo que no; lo que puede y lo que debe; lo que sabe y lo que ignora. Hago estas advertencias porque noto en lo más profundo de mi profesión un disparate que distorsiona nuestro trabajo de periodistas. La corrupción política es la que es, pero hay una mayor que no ocupa ya apenas espacio en los medios: el paro, los más de cuatro millones de trabajadores que están apuntados en las listas del INEM. Digo cuatro, pero si ponemos a los autónomos y a los miles que hacen cursos de formación, la cola de parados uniría Madrid con Roma, y no exagero.
De todas las corrupciones posibles la peor es aquella que hace papel mojado las leyes que dicen que tenemos derecho a un trabajo. Mientras nos sorprendemos con el pinchazo telefónico de 'El Bigotes' con su jefe Correa, alias 'Don Vito', tapamos el gran problema de España: el paro. Es evidente que vivimos en la sorpresa del último titular y nos faltan empuje y rigor para reflexionar, para aprehender lo que pasa y por qué pasa lo que pasa. Millones de parados entre nosotros y las tertulias sin hueco para denunciar este atraco a la dignidad de las personas que quieren trabajar. Cientos de miles de familias que no llegan a final de mes, y aquí estamos, entretenidos en la charla de dos oscuros personajes del 'Gürtel' sobre sus negocios en lupanares varios. Habrá que decir no cuanto antes. Yo ya lo estoy diciendo. El problema se llama desempleo; son las biografías rotas por el paro, las noches en vela porque no se paga una hipoteca o el colegio de un hijo. Lo demás es trabajo para la Justicia. Y si al final terminan todos en la cárcel, mejor. Uno tras otro.