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La Fiscalía pide el ingreso inmediato en prisión de los padres de la niña mauritana

Cerca de un mes ha transcurrido desde que el Supremo ratificara la condena de los acusados y aún no se ha ejecutado el fallo

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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La celeridad en la ejecución de las sentencias es un auténtico asunto pendiente para la justicia española. Aunque los fallos judiciales llegan muchas veces a los medios de comunicación antes incluso de que sean conocidos por los propios interesados; otra cosa bien distinta es el tiempo que transcurre hasta que se lleva a efecto la decisión acordada por un tribunal cuando ya es firme. Un buen ejemplo puede ser el caso de la niña mauritana, cuyos padres se enteraron por la prensa de que su condena había sido ratificada por el Supremo y un mes después siguen en libertad pese a la gravedad de los delitos que, en el caso de la madre, cometió y que le han valido una pena final de 12 años de cárcel. Su esposo debería cumplir dos y medio.

La Fiscalía solicitó ayer a la Sección Tercera de la Audiencia que le remitiera la sentencia dictada a principios de marzo por el Supremo, ya que aún no se le había notificado. El motivo no era otro que impedir que pasen más días ante el riesgo de fuga que existe. Si bien, la defensa de los procesados siempre ha insistido que no se moverían de su residencia de El Puerto, donde fueron a vivir en abril del año pasado tras haber sido sentenciados por la Audiencia.

Su abogado, José Álvarez, comunicó que ese cambio de domicilio se había realizado para evitar que sus clientes se encontraran con su hija, quien vivía a escasos metros con la familia española que la ha criado desde temprana edad.

La fiscal Lorena Montero remitió ayer un escrito a la sala en donde daba cuenta de la sentencia firme del Supremo, que ya estaba en manos de la Sección Tercera desde hace días, y de que ésta debía ejecutarse ya con el ingreso en prisión de los dos condenados. El Ministerio Público ya se posicionó a lo largo del procedimiento en contra de la situación de libertad provisional de Hawa Mint Cheik. Hasta en dos ocasiones solicitó a la Audiencia que ordenara su reclusión en defensa de la víctima, que llegó a tener un encontronazo con su progenitora en su centro de estudios. Pero en ambas ocasiones la sala no vio riesgo para la menor.

Sin embargo, el episodio sucedido en el instituto cuestionó esa seguridad. Según la denuncia de la chica, que sirvió para que la madre fuera detenida por segunda vez por un delito de quebrantamiento al acercarse a ella, Hawa Mint Cheik se dirigió con actitud amenazante y hablándole en la lengua materna. En cambio, la condenada sostuvo que había acudido al centro escolar a petición de la dirección para recoger una documentación. Dicha explicación le valió a la Audiencia para mantener su situación de libertad provisional.

Desde el Ministerio Público señalaban ayer que esperan que la ejecución de la condena se materialice «a la mayor brevedad posible». El Supremo dio como hecho probado que la madre de la niña le pegó, le dio un mordisco en el pecho y la amenazó con azotarla con un cable si no accedía a mantener relaciones sexuales con su esposo, 30 años mayor que ella. Ante la negativa de la niña, que en ese momento tenía 13 años, su madre la metió a empujones en la habitación donde la esperaba su marido, quien consumó la violación.