Sociedad

Estos perros ladran en inglés

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jA las espaldas de la calle Porvera, en el corazón de Jerez, suena la voz rota de Manuel ‘Jiman’. La plaza, con sus naranjos florecidos y sus banquitos de madera, queda cerca de una peña flamenca en la que hace unas semanas, con la ciudad entregada a la vorágine del Festival, se dejaban la garganta algunas jóvenes promesas del cante jondo. Hoy está llena de ecos distintos. Los Smiling Bulldogs ladran en inglés y su rock and blues setentero huele a los Doors, a los Rolling, al soniquete de fondo de las pelis de 007, a soul energético y psicodélico, a Sinatra. La mezcla, imposible a priori, cuadra. Todo encaja cuando en el local de ensayo prima la voluntad de hacer química.

La banda acaba de publicar ‘Whisky & Soda’, un disco que ya se está abriendo camino a nivel nacional, a pesar de que la propuesta es especialmente ‘dura’ para un panorama rendido a la ‘fast music’, a los esquemas trillados y a los sonidos facilones.

«Se trataba de algo muy sencillo y a la vez muy complicado: hacer lo que nos da la gana», dice Dani Quiñones, el bajista, un hombre clave tanto en materia de composición como a la hora de sustentar la base rítmica (junto a la batería de David ‘Pufa’), que confiere ese carácter tan particular a los temas. Ambos comparten carretera con Los Delinqüentes, el primero «dándole a lo suyo» y el segundo como ‘road manager’. Para completar la manada ficharon a Juan Carlos Barrera (virtuoso de la armónica y la guitarra de La banda del Pez Gato) y a Ernesto Marín, para que «manosee a gusto el hammond y el piano». De remate, «secuestramos en la calle al bulldog más desobediente, teatral y gamberro, capaz de comerse el micro: Miguel Carabante».

‘Jiman’, que estuvo un tiempo «perdido por Inglaterra», admite que lo mismo escucha al Tío Borrico, a Manuel Agujetas, a Smash o a The Beatles. Le gustan los dibujitos de La Pantera Rosa, el sushi y el gazpacho. Heteroedoxo en todo, dice que lo de escribir y cantar en inglés no le cuesta nada, que a veces lo que le cuesta «es ponerse a trabajar». «Para mí es un sonido más que un idioma. Toco unos acordes y enchufo el inconsciente de donde salen palabras en inglés, a veces sin significado. Me dan igual los significados. Prefiero moverme en un espacio mental sin barreras. Luego transcribes y construyes una historia más o menos coherente».

No es fácil hacer rock de esta cuerda, desde Jerez y en 2010, pero los Smilings tienen claros sus principios creativos: «En Andalucía siempre hubo rock and roll. El flamenco se expande ahora como la gripe. Está en todos lados porque hace que resuenen sentimientos universales. Lo mismo ocurre con el rock. Más que una cultura regional es un sonido de juventud, vanidad, sexualidad, estoicismo, rabia y amor relacionado con personas y no con países».

Dani ‘Big Foot’ asiente. Él, por ejemplo, dice que para tocar el bajo se inspira en cualquier disco de Bob Marley, y que cuando escribe canciones recibe llamadas del Sargent Pepper, Janis Joplin o Tom Waits. No le importa ver ‘Kill Bill’ sin sonido ni perder el tiempo jugando al ‘Pro’ de la Play. Fuma demasiado, pero lo compensa «con mucho cocido y mucha pringá». Es el otro ‘creativo’ de la banda, aunque no hay ni un primer ni un segundo puesto. «A veces ‘Jiman’ empieza una canción que terminamos juntos, y a veces es al revés». Se han dado el lujo de arrancar ‘Whisky and Soda’ con ‘Move on’, un «blues presidiario como los de antes, una ‘work song’ en toda regla». «Le hemos echado valor a la cosa», dice Dani, «el mismo que debe tener el público para no saltársela y pillar el rollo».

‘Easy to love’, el tercer corte, ya recoge el espíritu esencial del disco: «Me encanta el ‘re’ con el dedito arriba», dice uno de los chicos. «Y esa encantadora introducción de guitarra soul... La primera vez que la escuché parecía que ya la conocía y, no, no es ningún plagio», bromean. En ‘Love is high’ se distingue la mano del ‘delinqüente’ Diego Pozo, «power acústico», y ‘Walk Alone’ es una especie de cóctel entre Iggy Pop y James Brown. Y así hasta completar los 15 temas de esta primera apuesta, valiente hasta la última nota.

‘Jiman’ ironiza sobre cómo están las cosas para colarse entre los que tienen la suerte de comer de esto: «Para mí el mundo musical va perfecto. No me gusta la gente que dice que todo es una mierda, que si ‘Operación Triunfo’, el marketing, los concursos (ahora todo quisqui quiere cantar)... Las grandes revoluciones musicales aparecen después de periodos de pobreza artística y moral. Entendemos la vida así. Será porque somos taoístas».