VIEJOS PLACERES
Actualizado: GuardarHan sido dos años de una larga, dura y frustrante travesía por el desierto. Las alegrías llegaron con cuentagotas y por eso, si cabe, supieron a gloria. Pero nunca estuvo entre los mejores y, llegado el día de la carrera, soñábamos con que las inclemencias meteorológicas equilibraran una lucha infinitamente desigual. Los ignorantes, los envidiosos y los descerebrados aprovecharon la coyuntura para poner sobre la mesa despreciables teorías sobre las razones de dos años en blanco. El campeón ni se inmutó. Siguió a lo suyo, acumulando kilómetros y experiencia para cuando llegara el momento de recuperar la senda del éxito y sobre todo la ansiada llamada de Ferrari, un matrimonio perfectosobre el que tantos años habíamos estado especulando, pero que nunca llegaba a consumarse. Y sucedió, y las lenguas viperinas corrierona esconderse y los falsos profetas cambiaron de táctica para convertir sus lanzas en flores. Todo vino acompañado por la irrupción de un elemento tan mediático como conocido porque Michael Schumacher le otorga a este regreso al pasado un toque morboso que jamás imaginamos que pudieramos volver a vivir. Viejos placeres de nuestra existencia casi olvidados que han vuelto al salón del hogar cada vez que nos enchufamos a la televisión. Seguimos odiando esa publicidad que reduce el gran premio a la mínima expresión, pero el calvario merece la pena y el tabaco y las uñas vuelven a marcar la mañana de los domingos. Fernando Alonso ha vuelto y está en disposición de sumar su tercera corona, algo que a muchos necios podrá molestar, pero que supone una tremenda satisfacción para los que no tenemos ninguna nuda de estar viviendo una época irrepetible y que tardaremos muchísimo en volver a disfrutar. El asturiano vuelve a divertirse y eso para el resto de sus rivales es señal inequívoca de que vuelven a tenerlo tremendamente difícil.