UNA RECTIFICACIÓN MAL HECHA
Actualizado: GuardarEn el asunto de la dimisión del marido de la alcaldesa como jefe de Gabinete de Alcaldía podría recurrirse a multitud de tópicos, frases hechas o refranes populares. Que si más vale tarde que nunca, que si es mejor rectificar a tiempo, que si una retirada a tiempo es siempre una victoria... Y supongo que, dependiendo del prisma con el que se mite el asunto, cada uno creerá más conveniente tirar de uno más que de otro. Pero, como sucede en muchas ocasiones, esta decisión ha servido para poner de manifiesto una serie de realidades incuestionables y, cómo no, para dar pie a multitud de interpretaciones, en su mayoría políticas; eso sí, unas con bastante más mala leche que otras.
Uno. El gran error se cometió al principio, cuando se nombró jefe de Gabinete al entonces compañero sentimental de la primera edil. No porque fuese ilegal, ni mucho menos, porque para eso está la libre designación de asesores y cargos de confianza, sino porque era moral y éticamente muy cuestionable. Dejando a un lado sus virtudes personales -las cuales, sinceramente, desconozco, aunque no las pongo ni mucho menos en duda-, uno no puede evitar preguntarse qué capacitación, preparación o cualificación tenía el buen hombre para ejercer esa responsabilidad. Ya me dirán qué puede aportar un policía local a la hora de llevar las riendas del Gabinete de Alcaldía. Aunque cosas más raras se han visto en esto de la política, como los ministros que primero lo son de Cultura y después pasan a serlo de Fomento, por poner un ejemplo. Porque a ver qué tiene que ver una cartera con la otra. Y si uno entiende o se supone que está capacitado para una, resulta difícil de digerir que también lo esté para la otra.
Dos. Mantenerlo en el cargo durante más de dos años ha sido otro gran error. Primero, porque se lo han puesto a huevo a los 'enemigos' para que critiquen. Tanto a los de enfrente como a los del propio partido (PSOE), donde también los tienen, y muchos. Y segundo, porque suponía persistir en el error número uno.
Tres. Su dimisión, esta semana, deja numerosos interrogantes n el aire. Cierto es que, al menos en la práctica, ha supuesto una rectificación de las equivocaciones anteriores, pero se ha hecho rematadamente mal. Las explicaciones se han limitado a un comunicado espeso, repleto de obviedades y frases hechas; no era la forma. ¿Ha sido realmente una decisión personal o responde a los intereses políticos de la alcaldesa? ¿Fue consultada previamente con las altas esferas socialistas? ¿Fueron éstas las que 'aconsejaron' que así se hiciese? Y, si realmente tan convencidos están de que las cosas se habían hecho bien antes, ¿a qué responde este repentino cambio de opinión? ¿O es que se ha actuado en función de las críticas? ¿Servirá para cerrar las bocas de enemigos y críticos?
A todo esto, ¿realmente hacen falta escoltas en el Ayuntamiento de Jerez?