
La limpieza llega tarde a la zona rural
Vecinos afectados se lamentan de que tanto las áreas comunes como las casas ya estarán saneadas cuando lleguen las cuadrillas
Actualizado: GuardarLa noticia de que unas cuadrillas ciudadanas subvencionadas por la Junta de Andalucía iban a colaborar en la limpieza de la zona rural fue recibida como agua de mayo por los perjudicados. Después de las numerosas tragedias personales que han dejado a su paso las riadas de los últimos meses, cualquier ayuda se consideraba poca para salir de una de las situaciones más difíciles vividas en la campiña jerezana en una época no precisamente boyante para los bolsillos de los trabajadores.
Tras una fatídica Navidad, cuando aún no se habían repuesto los vecinos de los núcleos afectados por las inundaciones, irrumpió un mes de febrero fulminante cuyas lluvias torrenciales terminaron de asolar el ya maltrecho panorama rural. Afortunadamente el mes de marzo supuso un soplo de aire fresco y sus precipitaciones espaciadas y de carácter débil contribuyeron a que la tierra se secara y los damnificados pudieran respirar aliviados. Desde entonces, cuando empezó a desaparecer el agua, los vecinos comenzaron a esperar con ansia la llegada de esas patrullas que iban a echarles una mano en tan ardua labor.
Sin embargo, parece que el Consistorio no tomó conciencia de la urgencia de estos trabajos y un mes después las calles se han secado y las viviendas han sido limpiadas con afán por sus propietarios, que sí tienen prisa por volver a sus hogares. Un simple recorrido por algunas de las barriadas afectadas sirve para corroborar que, a estas alturas, cuando las cuadrillas desembarquen en la zona del próximo 12 de abril tendrán poco que adecentar. Bien es cierto que algunas carreteras permanecen cerradas e intransitables y que muchas casas están comidas de humedad, pero el barro salvo excepciones ha desaparecido y lo poco que podían limpiar los trabajadores ya ha sido saneado.
María Romo, una de las propietarias que permanece desalojada desde el 26 de diciembre, no hace más que acudir una y otra vez a su casa de Las Pachecas a ver cuándo puede regresar a ella. Aunque sus pertenencias perecieron con las lluvias y reconoce que se encuentra a gusto viviendo con su hija, María sólo sueña con volver a su rutina diaria y se lamenta de que el grupo de trabajo vaya a llegar con la tarea hecha.
Sin ayudas
«Cuando vayan a venir, ya ¿para qué, sólo para mirar? Yo tengo aquí a mi hijo, que viene los fines de semana y me la ha arreglado un poquito. Tenían que habernos ayudado antes, nosotros lo hemos perdido todo y Cáritas nos dijo que nos iba a dar muebles, pero tampoco sabemos nada». En la casa de al lado viven su cuñada y su marido, que aún están alojados en el centro de barrio desde la misma fecha, dado el estado ruinoso de su inmueble. «Yo no hago más que mirar cómo van ellos, a ver si terminan antes y me vengo mientras a vivir aquí», reconoce María, cuyos muebles están apilados en el citado centro en el que Rosario y su marido, Juan Martínez, ven pasar las horas muertas a la espera de volver a su hogar.
«Allí no estamos mal -reconoce Juan, que aprovecha cualquier instante para acercarse a su casa y limpiarla a fondo-. Lo que pasa es que no hay cuartos de baño y tenemos que ir a bañarnos a casa de mis suegros. Pero bueno, por lo menos tenemos un techo». Este vecino lleva un mes saneando su vivienda, que quedó cubierta por 1,30 metro de agua. Por ello, reconoce que salvo labores de pintura, que tampoco sabe si las van llevar cabo, poco pueden hacer las cuadrillas en la zona.
«Esto es un aburrimiento -apostilla su cuñada-. Imagina quien esté pagando un alquiler. Cuando vengan ya estará todo hecho y es algo que se ahorran. Lo que van a hacer es llevarse el dinero, porque barro ya no hay ninguno». Una opinión compartida por muchos de los afectados, como María José Tejero, de La Greduela, que asegura que en su barriada todos los vecinos están haciendo lo posible para que regrese la normalidad a sus vidas.
«Lo más gordo lo hemos hecho ya -asegura-. Desde luego es de cajón que el Ayuntamiento podía haberlos mandado hace un mes y que hubieran entrado directamente en las casas para limpiar».
Objetivo: la subvención
María no va muy desencaminada en sus consideraciones anteriores, pues el fin primordial con el que nacieron las cuadrillas ha quedado desvirtuado ante la tardanza de su puesta en marcha. La propia delegada de Seguridad y Medio Rural, María del Carmen Martínez, lo reconocía recientemente al afirmar que ««si estas contrataciones tenían dos objetivos -la pura limpieza de la zona y la colaboración social con las personas desempleadas y afectadas por la inundación-, lo cierto es que se va a cumplir más el segundo objetivo que el primero, porque ya hay muchas familias que han hecho este trabajo».
Una realidad que ha levantado cierta polémica, pues hay voces que se preguntan si no sería mejor destinar los 30.000 euros previstos para estos trabajos y subvencionados por la Junta a otras necesidades de primer orden. Al menos, como otros argumentan, la iniciativa servirá para que más de una treintena de parados ocupe su tiempo durante un mes y se lleve una cantidad al bolsillo con la que afrontar los duros tiempos que corren para los casi 30.000 desempleados que engrosan las listas del SAE.