El vecino de Las Pachecas, que también durmió en un coche unos días, reconoce que el camión «es mejor, porque es más ancho». :: J. F.
Jerez

«Desde que se inundó mi casa duermo en un camión»

Joaquín pasa las noches en un trailer aparcado en una gasolinera, a la espera de que adecenten el carril que lleva a su vivienda

JEREZ. Actualizado: Guardar
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La historia de Joaquín Montaño es una de las más curiosas que se conocen en estos momentos en la zona rural afectada por el temporal. Este vecino de Las Pachecas se despierta con el olor de la gasolina y lo primero que ve al abrir la puerta del camión en el que se hospeda son los surtidores de la gasolinera que le hace las veces de barrio.

Efectivamente, Joaquín duerme todas las noches en un trailer prestado por el dueño de la estación de servicio, ya que su casa continúa intransitable tras las riadas. El 26 de diciembre se inundó por primera vez, y entonces el propietario fue derivado a un hotel y de ahí al albergue municipal de Jerez, en el que pasó sólo unos pocos días.

«No me gustaba el ambiente que había allí -reconoce-, por eso me volví a Las Pachecas. Estuve unos días durmiendo en un coche en una venta que hay aquí, hasta que este señor me ofreció su camión». Joaquín, aunque es soltero, tiene familia por los alrededores pero reconoce que toda la vida se ha valido por sí mismo y así quiere que siga siendo.

«Yo siempre he vivido solo y me las he apañado», puntualiza este jubilado de 67 años que se ha dedicado en cuerpo y alma a las labores del campo. Ahora, cuando más tranquilo podía estar retirado en su vivienda rural, se encuentra con una casa anegada, sin pertenencias de ninguna clase y con la incertidumbre de qué ocurrirá en un futuro.

«El problema de mi casa es que tienen que arreglar el carril de acceso, porque no se puede pasar. Una vez que lo hagan habrá que limpiarlo y pintarlo todo, porque el agua cubrió hasta dos metros». Mientras tanto, Joaquín pasa las horas como puede y tampoco parece quejarse en exceso de su suerte, pues explica que «en un coche sí que se duerme mal, pero en un camión se está bien al ser bastante más ancho».

No obstante, también existe alguna dificultad que podría acrecentarse en las próximas semanas, conforme avance el buen tiempo. «Con la calor ya empieza a oler ahí dentro. De todas formas, para mí lo peor no es pasar la noche aquí sino dar vueltas de un lado a otro durante todo el día». Una vez que se levanta, encuentra cobijo en casa de algún vecino para asearse y luego sale a la calle, donde pasa la mayor parte del tiempo.

«Cuando ya te cansas de andar, ¿luego qué haces? -se lamenta-. Los vecinos me dan de comer, pero yo no pido nada. Y si no tengo, me compro un bocadillo y se acabó». Por la noche, confiesa que se pone a charlar con el guarda de la gasolinera, que le proporciona la seguridad que necesita para dormir tranquilo, hasta que el sueño le vence y se retira al vehículo.

Pérdidas irreparables

La nostalgia, sin embargo, se apodera de él cuando recuerda que lo ha perdido todo como consecuencia del temporal. «La ropa que tengo me la dan y de vez en cuando vienen dos vecinas que me la lavan. Lo único que tengo ahora mismo es lo puesto, además de mi moto y el carné de identidad».

El trágico 26 de diciembre Joaquín estaba cocinando en su hogar cuando tuvo que salir corriendo dejando hasta los fogones encendidos. Allí se dejó, además, 70 conejos, 40 gallinas y un perro que no pudieron sobrevivir al desastre y que se unen a las pertenencias perdidas y que difícilmente podrán ser reemplazadas por su dueño.