ESPAÑA

El auto del juez anticipa la condena a Matas por las pruebas «abrumadoras»

El instructor cree que el desvío de 50 millones hubiese sido imposible «sin su mandato o consentimiento»

MADRID. Actualizado: Guardar
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José Castro, el juez instructor del caso 'Palma Arena', convirtió ayer el auto por el que impone al ex presidente balear una fianza de tres millones de euros para eludir su ingreso en prisión en un auténtico anticipo de la condena del ex dirigente popular, a quien imputa diez delitos de corrupción por las posibles irregularidades cometidas para desviar 50 millones de euros de las arcas públicas, parte de los cuales habrían ido a engrosar su patrimonio de forma ilícita.

El escrito, de 147 folios, es demoledor. El juez, pese a que sólo se trata de un auto para la imposición de medidas cautelares, no de un auto de procesamiento y menos de una sentencia, califica de «abrumadores» los elementos de cargo contra Matas y le dibuja como un hombre endiosado que usó su alto cargó sin escrúpulos para tejer una amplia red de tráfico de influencias, para hacerse entre 2005 y 2007 con un patrimonio inmobiliario valorado en varios millones de euros y para desviar parte de esos fondos del Gobierno regional a la financiación de las campañas del PP en las islas.

El magistrado, después de interrogar al ex ministro durante 16 horas y de estudiar las pruebas en su contra, llega a la conclusión de que Matas ni firma papel alguno ni está en la primera fila de las personas que realizaron de forma directa el desvío de 50 millones del presupuesto de la construcción del velódromo de Palma, pero que «no cabe imaginar» que esas irregularidades «hayan podido tener lugar sin su mandato en algunos casos y sin su consentimiento o tolerancia en otros». Castro señala que las declaraciones y las pruebas indican que el ex presidente tomó desde la sombra todas las decisiones relativas a la adjudicación y construcción del Palma Arena y que tenía «una farsa orquestada» para que pareciese, sin embargo, que las riendas las llevaban los responsables directos del proyecto.

El juez da por buena la narración de hechos de la Fiscalía e imputa al ex ministro diez delitos que podrían acarrearle una condena de más de 24 años de cárcel, así como penas de inhabilitación y una enorme indemnización. Considera que hay numerosos indicios de que cometió delitos continuados de prevaricación y fraude para adjudicar a dedo la construcción del velódromo y de que es autor de siete delitos de malversación de caudales públicos, para desviar los millones del presupuesto. Se pagaron trabajos no realizados, se hincharon las facturas hasta cinco veces y se desviaron grandes cantidades de dinero a empresas tapadera y testaferros con facturas y encargos falsos, entre otros procedimientos.

El mitin de Rajoy

También considera probado que en 2007 «se pagó con fondos públicos» los 4.742 euros de gastos de seguridad y limpieza del mitin central de la campaña autonómica del PP, acto realizado en el Palma Arena que contó con la presencia de Mariano Rajoy, y que se financiaron a cargo del presupuesto del velódromo cuñas publicitarias y carteles de los populares por más de 19.000 euros, por lo que le atribuye un delito electoral. El último gran delito que le achaca es el de blanqueo de capitales, por la adquisición y remodelación de cuatro lujosas viviendas y enseres valorados en más de tres millones de euros, entre ellas un palacio del siglo XVI, dinero de presunta «procedencia ilícita».

El escrito tampoco olvida un aspecto colateral de la investigación sobre Matas, la posible recepción de un soborno de 250.000 euros por parte del conocido productor José Luis Moreno como «anticipo» para que la recién creada televisión autonómica, IB3, le adjudicase programas y decorados a sus empresas. El juez reconoce que, por el momento, no hay más prueba de este posible delito que la palabra del denunciante, pero que «habrá que estarse a lo que arroje esta investigación, que no ha hecho más que empezar». No obstante, aclara que sí que hay declaraciones de personas de IB3 que indican que «las denuncias de irregularidades en las adjudicaciones de programas y decorados tienen visos de ser ciertas».

José Castro insinúa que las acusaciones contra el ex presidente son tan graves y los indicios contra él de tanto peso que si alguna de las partes le hubiese solicitado el encarcelamiento provisional lo hubiera concedido de inmediato. En un párrafo dirigido a Matas lo deja muy claro. «Bien puede darse por satisfecho de que las acusaciones no hayan pedido una medida cautelar más severa» que la prisión eludible por fianza. El juez no sólo aprecia un alto riesgo de fuga y de destrucción de pruebas con su mantenimiento en libertad sino que recuerda que «se sospecha que EE UU y un país vecino pueden guardar el grueso de los beneficios ilícitos obtenidos» por el ex ministro, lo que le facilitaría la huida al extranjero.

Donde el instructor se muestra implacable es en la descripción pormenorizada, y en ocasiones muy subjetiva, de la extensa declaración de Matas. Ironiza que pese a tener cinco meses para preparar el interrogatorio y haber dicho que venía a decir toda la verdad, las respuestas «brillaron por su ausencia» y sus silencios fueron tantos y tan llamativos que «agotó el derecho a no declarar». El propio juez se pregunta: «¿Cómo es posible que una declaración tan escueta pueda durar más de 16 horas?». A renglón seguido se responde: Porque el tiempo se consumió en forma de «preguntas sin respuesta».

Mentiras y trucos sucios

Castro destaca que no sólo dio pocas respuestas sino que la mayor parte fueron mentiras o incongruencias, salpicadas por algunas notas de prepotencia, y por una continúa derivación de responsabilidades en «sus inferiores», a quien culpó de todo pero sin dar nombres, «por temor a la reacción de estos». Describe sus palabras como «explicación absurda», «cuadratura del círculo», «kafkiano», historias «sin desperdicio», y considera que son «todo un disparate» y «una burla a este juzgado y a los ciudadanos». Cuenta que en un momento dado Matas le corrigió para decirle que no era lo mismo que hubiese ido a pedir empleo que a ofrecer sus servicios. «Es claro que el señor Matas ha venido a burlarse de los simples mortales», sentencia sarcástico el instructor.

El ex ministro, asegura, usó todos los trucos sucios a su alcance para sabotear la investigación. Considera que «las escuchas desbarataron a tiempo la falsa preconstitución de pruebas» que cocinaba la familia Matas y que «es evidente que el encausado no se recata en mediatizar a testigos, imponer el silencio a los que fueron sus subordinados, e incluso acudir a una de las más altas instituciones del Estado buscando cobijo». El juez desvela el intento frustrado y «la osadía» de Matas, que trató de que el fiscal jefe de Baleares se personase en el interrogatorio judicial para que los dos fiscales anticorrupción «se sintieran presionados». «Un juego al que no se prestó», aclaró Castro.