La televisión pública que necesitamosXxsxsxsxlllsxsxsxsx xsxsxsxsxsxsxsx
PERIODISTA Y CONSEJERA DEL CONSEJO AUDIOVISUAL DE ANDALUCÍA Actualizado: GuardarLa celebración del Bicentenario de la Constitución de 1812 debería perseguir, por encima de cualquier otro objetivo, promover la reflexión sobre el estado en el que se encuentra nuestra sociedad y encontrar soluciones a los problemas -nuevos o viejos- que dificultan la convivencia. Resultan especialmente acertadas las iniciativas emprendidas por la Asociación de la Prensa de Cádiz. La organización profesional está recuperando la memoria del periodismo gaditano, a través de una serie de trabajos de investigación publicados mediante el sello De periodistas e impulsando el debate sobre la libertad de expresión y el derecho a la información en el siglo XXI.
La Pepa consagró en su artículo 371 la libertad de escribir, imprimir y publicar las ideas políticas sin licencia previa. Ya entonces se era consciente del papel fundamental que la libertad de expresión y los medios de comunicación desempeñaban en la sociedad. Hoy, su influencia no ha hecho más que crecer. Los medios de comunicación, especialmente la televisión, son parte esencial de nuestra existencia. Ya no sólo informan y entretienen. Están tan presentes en nuestras vidas que modulan nuestros hábitos, comportamientos y opiniones. La publicidad, al igual que la política, giran en torno a ella.
Este mes experimentamos en Cádiz el apagón analógico y pasamos a la era digital. Todos hemos oído hablar de la TDT al igual que nuestros antepasados, bajo la luz de gas, oían hablar de la electricidad. Nos adaptamos al nuevo sistema tecnológico sin saber a ciencia cierta qué ventajas nos deparará en el futuro. Dicen que a la mejor calidad de imagen y sonido o a la multiplicidad de canales se sumará la posibilidad de desarrollar servicios, como el pago de multas de tráfico o gestiones en el Ayuntamiento que podrán realizarse con el mando a distancia.
El modelo fue concebido por Marcelino Oreja, en 1994, en un momento de euforia económica y tecnológica, de optimismo y revolución en el uso de los medios. El Gobierno de Aznar aprobó el Plan Nacional de la TDT el 12 de marzo de 2004, último día de la campaña electoral. Se concibió entonces un modelo de televisión de proximidad, que rompía la idea de la televisión gratuita y que daba una gran importancia a la televisión pública, desarrollándola a nivel local. España decidió contar con nada más y nada menos que 1.300 canales de televisión, cifra que supera el número existente en el conjunto de Europa. Sólo en Andalucía se han previsto 250 canales frente a los cincuenta planificados para todo el territorio de Francia.
¿Para qué queremos tantas televisiones? ¿Por qué hemos decidido destinar buena parte de nuestro presupuesto público a crear 62 canales de televisión municipal, financiadas por los ayuntamientos, en Andalucía? Se supone que para disponer de medios de comunicación al servicio de la ciudadanía, que faciliten la participación, promuevan la cultura, la educación, emitan programación infantil y juvenil, satisfagan el derecho a la información y fomenten el pluralismo político, social, religioso, étnico y cultural.
Sin embargo, nada más empezar, el modelo de televisión local pública -extremadamente costoso- hace aguas cuando en realidad se emplea para fines distintos, como instrumentos de propaganda política al servicio del partido o del gobernante de turno, con una programación informativa, cultural, educativa, infantil y juvenil de dudosa calidad cuando no inexistente; una televisión que se convierte en fuente de polémica, de crispación y que dificulta aún más la convivencia política.
En diciembre de 2000, la Unión Europea adquirió el compromiso de proteger el pluralismo de los medios audiovisuales vinculándolo al derecho a la información y a la libertad de expresión que consagran las constituciones de los países democráticos. Desde un punto de vista filosófico, el pluralismo se concibe como el hecho de admitir que un problema tiene distintas soluciones. Desde la perspectiva política, como la capacidad de participación que tienen las distintas opciones políticas e ideológicas. En los medios de comunicación, el pluralismo implica dar voz y acceso a diferentes fuentes informativas y contrapuestas, lo que posibilita que la ciudanía pondere y confronte diversas opiniones. Eso nos permite contar con la información necesaria para que podamos conformar nuestra propia opinión, expresarla, difundirla y hacer posible el debate.
Desde que se creó el Consejo Audiovisual de Andalucía, los ciudadanos disponen de una institución que colabora activamente con la función de garantizar la libertad de expresión, el derecho a la información veraz y la pluralidad informativa, además de otros principios básicos como el de la dignidad humana, la igualdad o la protección de los menores de edad. Desde hace un año, el Consejo andaluz monitoriza el tiempo de palabra en los informativos de trece televisiones públicas, diez de ellas locales. Cada tres meses publica un informe de pluralismo político, semejante al que se emiten en otros países de Europa y que debería servir para corregir cualquier tendencia a fomentar el pensamiento único, que impida la diversidad política e ideológica o el acceso de los grupos sociales y políticos significativos a los medios de comunicación públicos. Sin duda una televisión pública de calidad beneficia a la ciudadanía pero no está tan claro que una televisión partidaria, al servicio del poder político de turno sea un instrumento esencial para ganar elecciones. Tenemos una gran oportunidad de diseñar el modelo de televisión pública que necesitamos para el 2012.