LA RAYUELA

Cádiz en Costa Rica

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Qué equivocado y a la vez acertado estuvo Colón cuando llamó Costa Rica a lo que hoy es esta República centroamericana! Aquella tierra de gentes pacíficas adornadas con abalorios de oro y jade acabó siendo un país que no tenía el oro y la plata que los españoles buscaban, sólo un rosario de volcanes en una inmensa e impenetrable selva entre los dos océanos. De allí vino en 1812 el Diputado Florencio del Castillo a las Cortes de Cádiz para defender los derechos de los indígenas y dar voz a 'los españoles de la otra orilla'. Después de la independencia, el camino fue duro: llegaron mercenarios del Norte que quisieron adueñarse de esta tierra. Luego vinieron otros que compraron medio país y arrasaron las selvas del Atlántico para sembrar bananos. La United Fruit Company construyó el ferrocarril con hombres que trajeron de Jamaica y de China y se hizo dueña de los destinos de Costa Rica durante decenios. Un mundo excelentemente descrito por el escritor Carlos Luis Fallas en 'Mamita Yunai'.

Paradójicamente, su aparente pobreza se convertiría con el tiempo en el secreto de su estabilidad y progreso. Cuando los ticos (costarricenses) consiguieron controlar su destino, tomaron una senda inaudita: decidieron convertirse en un país sin ejército, en una apuesta por la paz y el desarrollo sostenible. Fue una decisión lúcida, que por cierto tomó el entonces Presidente José Figueres, hijo de españoles. Simbólicamente, derribó el muro del Cuartel de la ciudad de San José y lo convirtió en el Museo Nacional. Los recursos destinados al ejército se destinaron a la sanidad pública, la reforma agraria y a crear un 'ejército de maestros' capaz de sacar al pueblo del analfabetismo y la miseria. Así consiguieron separarse de la desgraciada evolución de los países vecinos de Centroamérica, sumergidos en una espiral de violencia, dictadura, miseria y subdesarrollo. La población entera está escolarizada, tiene una clase media mayoritaria y menores porcentajes de chabolismo y miseria que el resto de la región.

Han apostado por el desarrollo sostenible, defendiendo la biodiversidad de sus bosques, con una flora y fauna tan espectacular como única y han hecho del turismo ecológico su primera fuente de ingresos. Y siguen siendo imaginativos: cuando cerraron el antiguo penal lo convirtieron en La ciudad de los niños, con talleres, exposiciones y espectáculos continuos.

Estos días celebra el Festival Iberoamericano de las Artes, donde la cultura española, y en particular la gaditana, está presente. El discurso del presidente Oscar Arias inaugurándolo con el Ballet Nacional de España en el Teatro Nacional fue un canto a una cultura y lengua común capaz de emocionar a cualquiera. Igual que el público puesto en pie aplaudiendo a rabiar a López Aranda, David Palomar y la Tía Norica. Resulta que es verdad que somos hermanos.