PAN Y CIRCO

SUÁREZ

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En mi opinión, los análisis que, antes, durante y después de los partidos del equipo amarillo, realiza Roberto Suárez, constituyen uno de los hechos más positivos de la actual temporada liguera. Este profesional, que nos demostró su calidad técnica y su entrega modélica sobre el césped, en la actualidad, tanto desde el micrófono como desde las páginas de este periódico, nos ilustra con sus documentados, jugosos y agudos comentarios. Me llama la atención, de una manera especial, el tino con el que, al mismo tiempo que señala las deficiencias de la plantilla, advierte los fallos de cada jugada y explica el origen de esas «bajadas de tensión» en las segundas partes, pero, sobre todo, valoro la habilidad con la que nos estimula para evitar que las continuadas desilusiones aumenten el número de los que abandonan ese sueño que, como todos sabemos, es uno de los ingredientes de este deporte de masas. Confieso que lo escucho y que lo leo con atención, no sólo para aprender de su sapiencia futbolística y de su discreción y prudencia, sino también para copiar la precisión y sobriedad con la que emplea el lenguaje periodístico. Su manera crítica, serena y clara de abordar estos asuntos futbolísticos -a pesar del compromiso contraído con los colores amarillos- desmiente ese tópico según el cual los temas deportivos no son propios de personas cultivadas y sensibles. Su discurso ponderado, desapasionado y respetuoso nos demuestra que, si nos quitamos de los ojos la venda de los prejuicios, es posible escribir, hablar y discutir de fútbol. Estoy de acuerdo con él en que, en estos delicados momentos, es más razonable y más eficaz alentar la cauta esperanza que incitar una amarga indignación. Estos análisis de Roberto Suárez nos ofrecen unas claves para que contemplemos los partidos de una manera más inteligente y para que disfrutemos, como en el cine, incluso con las derrotas.