EL PREGÓN
Actualizado: GuardarEstamos en plena semana de Pasión. Mañana, viernes de Dolores, es ya el prólogo de la Semana Santa. Desde que se celebró el vía crucis general de hermandades, por todos los rincones de la ciudad han ido proliferando actos preparativos para esta entrañable celebración: presentación de carteles, cultos en las cofradías, conciertos cuaresmales etc. Entre un ir y venir de hermanos, cada vez mejor pertrechados, la ciudad ha ido cambiando su fisonomía de Carnaval hacia estos tiempos de vigilia previos a la celebración de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús. Entre todas estas actividades debemos destacar sin lugar a dudas el pregón que, como cada año, se celebró el pasado domingo. Es cierto que no tiene la misma relevancia popular del homónimo de las carnestolendas pero no hay que negarle un protagonismo especial. Aunque no soy de los que acude al Teatro, lo suelo seguir cada año, antes a través de las retransmisiones radiofónicas y, desde que disfrutamos de nuestra televisión local, por la pequeña pantalla.
El carácter rimbombante y barroco que los pregoneros imprimen a su disertación nos va metiendo la espiritualidad en el cuerpo y ya solo deseamos ver a la Borriquita en la calle. Este año, el pregonero, mi buen amigo José Manuel Romo Madera, despertó en mí una peculiar expectación y estaba deseando oírlo. No me defraudó, muy al contrario, me entusiasmó su magnífico pregón. Decir lo que dijo, y como lo dijo, me pareció de lo más oportuno. Ha sido un pregón valiente, comprometido muy bello en su concepción y sobre todo en su ejecución. Desde esta Parcelita no me cabe otra cosa que felicitarlo y aplaudir a los que lo sacaron a hombros del Teatro, no era para menos.