Ambiciones
Jerez Actualizado: GuardarEl Xerez provocó un incendio colosal en el último minuto de Jiménez como entrenador del Sevilla. Un escenario histórico para ganar crédito y recuperar el buen tono defensivo. Una semana que, en caso de victoria ante el Real Valladolid, sería de 7 puntos (los mismos que firmó Ziganda en casi toda la primera vuelta). Tal vez, el Pipo Gorosito pecó de conformista y a veces da la impresión de que no se dé cuenta de que la Liga acaba en mayo. La noche del Pizjuán, al Xerez no sólo le bastaba frenar a un Sevilla sumido en crisis de identidad, sino que debía haber ido a por los tres puntos desde el minuto 1. La entrada de Antoñito a cinco minutos del final, y la sustitución de Momo por el imprevisible Carlos Calvo se antojó tardía. El gol de Gioda cambió la decepción por esperanza. Es la realidad cruda del colista, que contrasta por el deseo de permanencia y la seriedad del equipo, que ahora se hace respetar. 7 partidos ganados vale la gesta: los 5 de casa y dos zarpazos en estadios clásicos (Calderón, Camp Nou, Mestalla o incluso El Molinón). Como ayer me decían en Casa Matos durante el partido, «hay que nadar hasta el final, aunque se muera al llegar en la orilla». Como ayer decía Morales en la COPE (don Manuel) «si en vez de ser el Xerez, es el Zaragoza el que empata en Sevilla, se lía y bien contra Jiménez». La espiral negativa del Sevilla a raíz de la salida de Champions es inversa a la del Xerez, que después de ver cerrada la puerta de la permanencia tras el fiasco del partido de La Coruña, ha visto renacer las opciones. Luego, las posibilidades deportivas del equipo y de supervivencia como entidad se sustentan en el aliento de la afición, tan leal como fiel. Por eso, la alegría de la medianoche del Pizjuán fue una reivindicación del derecho a seguir existiendo entre los más grandes del fútbol nacional. Si se sigue luchando así, el Xerez merece seguir en Primera, aunque sea contra sus dirigentes, como históricamente ha sido.