Padilla, ayer, en Villaluenga. :: A. R.
Sociedad

El público de la Sierra se vuelve a rendir al buen hacer de Padilla

Unas 300 personas disfrutan de un gran espectáculo benéfico en la coqueta y singular plaza de toros de Villaluenga del Rosario

VILLALUENGA. Actualizado: Guardar
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La cita contaba con todos los ingredientes para convertirse en la primera gran tarde de toros de la temporada en la Sierra y las figuras que participaron en el festival taurino benéfico no defraudaron. La singular plaza de toros de Grazalema, con forma hexagonal, acogió a 300 aficionados que acudieron a una corrida a favor de la joven grazalemeña Miriam Calle, que padece una enfermedad de las llamadas raras.

El ciclón de Jerez, Juan José Padilla, se convirtió en el gran protagonista de la tarde con sólo coger el capote. De rodillas recibió al novillo que le había tocado en suerte y el resto de la faena fue coser y cantar, a pesar de las pocas fuerzas del astado, una característica que compartía con sus compañeros de ganadería. La presencia de Padilla, su destreza con el capote, la muleta y las banderillas, su valor y su relación con el público le hicieron merecedor de dos orejas y un rabo, además de recibir el cariño de la afición.

Los trofeos, como suele ser habitual en este tipo de festejos, no fueron demasiado caros para los protagonistas de la tarde. Dos orejas se llevaron Ortega Cano, Canales Rivera y el novillero Fran Gómez, siendo este último el otro gran protagonista de la tarde. Menor premio obtuvieron el rejoneador Diego Ventura, al que el novillo no le permitió hacer mejor faena, y Finito de Córdoba, que no estuvo nada acertado a la hora de matar y tuvo que acabar con la vida del novillo con el estoque de descabello después de dos intentos con la espada.

La tarde de toros concluyó con la suelta del novillo sobrero que fue el que más juego dio de todos. La lidia del mismo se la repartieron Padilla, Canales Rivera y Finito de Córdoba e incluso los dos primeros se hicieron cargo de colocar las banderillas. Un buen fin de fiesta que hizo al público pedir el indulto del astado, un premio que hubiera sido excesivo para el animal y al que la presidencia no accedió. Padilla también tomó gran parte del protagonismo en la lidia del séptimo, fue él quien le dio muerte, aunque los otros dos toreros mejoraron sus faenas anteriores.