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Se consagró el pucherazo

PSOE y PP nos han deslumbrado pactando no llevar a cabo cambios sobre el injusto sistema electoral vigente

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En política, es inteligente quien tiene un voto; y en periodismo, quien posee un periódico, según dejó escrito Ambrose Bierce. Para pasar por una lumbrera basta con disponer de una claque que afirme con su complaciente cabeza de arriba abajo, como aquellos perritos que adornaban la bandeja trasera de los utilitarios en los años 60. Salta a la vista que en España los grandes partidos rebosan de lucidez, puesto que tienen votos y periódicos. Aunque si se me objetara que en realidad los listos son los grandes periódicos, pues poseen a los partidos y sus respectivos votantes, tampoco diría yo que no.

La alianza de talento político-mediático ha vuelto a descollar esta semana. Después de dos años de discusiones parlamentarias sobre el injusto sistema electoral actual, el PP y el PSOE nos han deslumbrado pactando no llevar a cabo ninguno de los cambios que hubieran logrado al fin celebrar las primeras elecciones justas desde la Transición. Ese PP y ese PSOE incapaces de llegar a acuerdos para sacar al país de la crisis se encuentran en agudísima armonía cuando de salvar sus prebendas se trata. Para ello han contado con la anuencia de otras molleras sobresalientes, las de los partidos nacionalistas.

La razón de este atípico consenso es sencilla: el sistema actual otorga privilegios a dos tipos de partidos, los grandes y los nacionalistas. Penaliza, por el contrario, a los pequeños partidos españoles -de toda España, para que se entienda-, como IU o UPyD. Un escaño de IU se cotiza a 400.000 votos, mientras PP y PSOE lo obtienen de saldo: 60.000 votos. Hasta el Consejo de Estado había recomendado acabar con la sangrante discriminación electoral, pero los diputados han debido de pensar que gente tan corta de entendederas como esos consejeros, sin votos ni periódicos, no merece ser tenida en cuenta.

Trasladado a la portada de un periódico, el asunto contiene jugosos aspectos informativos: una injusticia evidente, de ésas que la prensa se jacta de denunciar; un insólito pacto contra todas las naturas imaginables; y dos años de trabajo de los diputados para dejar intacto un sistema electoral que distorsiona por completo el voto ciudadano. Si yo tuviera un periódico, habría titulado: «La derecha y la izquierda consagran el pucherazo». Y habría hecho de ello piedra de escándalo. Por desgracia, soy poco inteligente. Los listos han decidido que ni hay cambio en la ley, ni debate público en la prensa. Me pliego ante el nuevo éxito de la simbiosis político-mediática. Saludo a las mentes preclaras de ambas orillas. Me descubro ante estos cráneos privilegiados. Y con la claque, aplaudo los servicios que prestan a la patria.