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«Hace poco bajé al pueblo y en el banco tenían un ordenador»
UBRIQUE. Actualizado: GuardarRoque y Currillo, los últimos habitantes de El Benajut, un antiguo poblado musulmán aislado en la Sierra de Cádiz al que sólo se accede tras una larga caminata campo a través, vieron un ordenador, por primera vez, hace un par de meses. «Bajamos al pueblo y nos dimos cuenta de que en el banco tenían uno, otro en el Ayuntamiento y otro en el consultorio médico. Es increíble, porque ponen tu nombre y el aparato te lo va diciendo todo».
Su estilo de vida es, salvo por un pequeño transistor a pilas que sólo pilla a rachas la Onda Media, exactamente igual que el de los campesinos de principios de siglo. El concepto de Internet se les escapa. Sin cobertura ni línea de teléfono, no entienden la necesidad de «estar todo el día contando lo que uno hace y deja de hacer». También durante su última visita a Ubrique se asombraron de la plaga de los móviles. «Todo el mundo tiene uno, pero una cosa es llamar a tu familia de vez en cuando para decirle cómo estás, y otra ponerte de cháchara por la calle». «Para lo único que nos vendría bien es para poder avisar a alguien si nos ponemos malos, pero de todas formas hasta aquí arriba no van a venir los médicos ni las ambulacias, así que...».
Roque y Currillo cocinan al fuego, en la chimenea o con el camping gas, calientan el agua en una olla para asearse y ni siquiera tienen despertador: «Nos levantamos con la primera luz del día, menos cuando las cabras paren de madrugada».