VAYA PANORAMA
Actualizado: GuardarEl amago de dimisión de Víctor Espárrago como entrenador del Cádiz ha terminado de confirmar lo que era un secreto a voces. El técnico amarillo no está a gusto en la entidad, alguien ha debido engañarle y se está acordando del día que dijo sí a la oferta de Muñoz. De todas formas, yo saco mis propias conclusiones y considero que habrá demostrado su enfado, pero no termino de creerme que haya dicho abiertamente que se quiere marchar.
De todas formas, esta evidente situación de inestabilidad en el banquillo que resulta palpable (el simple hecho de que el técnico esté indignado así lo demuestra) me trae los peores recuerdos posibles, los de hace dos temporadas cuando el equipo se fue a Segunda División B, después de tener hasta a cuatro entrenadores en el banquillo.
Sin embargo invita a una profunda reflexión. Hace dos campañas la conclusión a la que todo el mundo llegó es que la plantilla diseñada por Baldasano y su gente estaba formada por jugadores acomodados, que ya habían llegado a su techo en otros clubes y que apenas tenían ilusión por aportar nada. Los entrenadores demostraron tener poca culpa porque poco pudieron hacer. En esta ocasión en lo que todo el mundo parece estar de acuerdo es en la honradez de los futbolistas -faltaría más- y que es un problema de falta de calidad más que de otra cosa. Javi Gracia pudo hacer poco y el mejor técnico en la historia del submarino amarillo ya está aburrido. Las miradas lógicamente vuelven a dirigirse al palco. Está claro que el presidente no es el que juega, pero también está claro que hace dos temporadas culpó a la pésima confección del plantel a sus antecesores. Digo yo que ahora también hay alguien que se encarga de esa misión y que fue puesto en el cargo por él porque no parece un problema de banquillo, ni de falta de disposición de los que saltan al campo. Cuestión de repartirse las culpas.