EL MARCADOR

No hay ganas de creer

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Hace casi un año me dio por divagar un poco y hacer un llamamiento al optimismo de cara a un sueño que se hizo realidad un 13 de junio. Hace casi un año veía a un Xerez hiper motivado, que no era el mismo de años atrás, con sus tejes y manejes institucionales, su etiqueta de comodín político, siempre furcia en manos de un cualquiera y derrotista como él solo. Era otra cosa. Era otro Xerez, con su sonrisa de niña a pesar de sus más de 60 tacos y la ilusión de todo un pueblo de más de 200.000 por bandera.

Era un llamamiento necesario para espantar fantasmas del pasado, y digo necesario empezando por mí. Porque costaba creer que la lotería iba a tocar en casa del pobre, porque aquí nos crecieron los enanos y el perro flaco y menudo siempre estaba cubierto de pulgas.

Igual algunos no quisieron creer, por eso de gozar el doble de una ilusión que poquito nos ha durado. Y no es por volver a ser derrotista, comodín político ni fulana galantera, sino porque la realidad nos está comiendo los ojos a algunos y la moral a otros. Y el problema no es que yo me quede sin moral, sino que a los que dicen que más le duele se sientan vacíos. Que mañana vayan a entrenar como el que coge un autobús, rápido y sin ganas.

Esa es la sensación que nos queda. La de la derrota lunera y el mal domingo de resaca, y mala, futbolera. Como si existiera el fútbol de garrafón y nos estemos hartando este año. No hay 'Almax' que lo cure, sino tomar una dosis mejor. A lo mejor el sábado, no lo sé. Tal vez, pero cuando a un Argentino curtido en esto del fútbol se le pone mala cara, es que va a llover.

El primer vagón se descuelga, la esperanza a once puntos y Souza en su tierra. Ahora le toca a él descansar y Lussenhoff a aguantar la vela. No sé, el lunes pasado estaba más feliz, pero ahora no hay ganas de creer.