EL RAYO VERDE

CABAÑA SE ATRINCHERA

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El PSOE de Andalucía inicia una etapa nueva en la que ha de responder a una crisis económica implacable y en medio de las peores perspectivas electorales de su historia. La tarea incluye la urgencia en abordar un cambio profundo en sus prácticas políticas, ante el hartazgo evidente de una buena parte de la población y la necesidad, también evidente, de regenerar una estructura a la que un largo periodo de poder ha desgastado, menos de lo lógico, después de 30 años en el coche oficial, pero mucho más de lo que ellos quisieran para asegurarse una plácida permanencia en la Casa Rosa, o en San Telmo. En el BOJA, en fin. No lo tiene fácil Griñán, pues, que debe resolver la gran cuestión de qué cambiar y qué conservar, pero tampoco sus cuadros políticos, que han de adaptarse a la nueva realidad y aprender circuitos del poder distintos. Hay quien no se entera, así que la impresión general es de desconcierto o incluso de grave crisis. En especial en la provincia de Cádiz, donde el relevo se plantea con singular dramatismo tras la salida de Luis Pizarro. Aunque el consejero de Gobernación, reconfortado por las muestras de cariño y reconocimiento recibidas en el congreso, nunca haya querido ser un obstáculo en esta transición, el llamado 'pizarrismo' resiste, y con obstinación. Es como lo del Papa y los papistas. Dada la tradición de la agrupación gaditana, a la que no en balde el propio Griñán llamó «Cádiz-Herzegovina», los lanzadores de cuchillos afilan su puntería para saldar viejas cuentas, para asegurarse el sillón, para ahogar a los cachorros o para hacer diana directamente en el corazón de quienes fueron llamados los «hombres de Griñán» para desprestigiarlos, hoy devenidos en ganadores, le pese a quien le pese. La renuncia de Cabaña a dejar sus cargos políticos e institucionales en la provincia para pasar a la Ejecutiva regional coloca a la agrupación de Cádiz en una situación especialmente complicada y abre definitivamente la crisis interna, e incluso la externa, porque con su actitud el socialista benalupense ha dejado en evidencia el mensaje de unidad en torno al nuevo líder que salía hasta entonces del congreso extraordinario, y eso, Griñán lo perdonará difícilmente. Más cuando se había alcanzado un laborioso pacto en la madrugada y hasta se había hecho público; más cuando pone en entredicho el cumplimiento de los mensajes de esta nueva era, que no será una dulce 'new age', como se quería hacer ver, sino que parece una etapa del Cuaternario. Es lógico tener serias dudas de que el nuevo jefe pueda conseguir, por ejemplo, que los cargos políticos no tengan puestos internos. No es «una anécdota», como dijo Rafael Velasco, sino un dato significativo.

Pero hablemos claro, escribamos claro, que decía Delibes, querido Delibes, maestro, autor de ese mundo que tantas veces habitamos y nos habita: En medio de la parafernalia, de lo que en realidad se trata es de hombres y mujeres que trabajan para nosotros. El poder que detentan se lo hemos dado los ciudadanos y gestionan dineros públicos detraídos de ingresos privados. No son una superestructura a la que adorar o temer, aunque algunos se lo crean. Y en un par de años nos veremos en las urnas.