Maternidad. Nidos vacíos en el Hospital Puerta del Mar. :: ÓSCAR CHAMORRO
Ciudadanos

La cigüeña pasa de largo

La natalidad volvió a caer en Cádiz en 2009. No es que no haya ganas, es que no hay dinero. Los inmigrantes y las clases populares, que mantenían la tendencia estable, son los grupos demográficos más afectados por la crisis

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Sobre el taquillón de madera, junto a la virgencita de escayola y el paño de croché, hay dos fotos. En la primera, papá lleva en brazos a un niño con pichi de pana y el pelo cortado a tazón. Mamá, embarazada, sujeta por el hombro a su hermana. El cuello picudo de las camisas, el jersey de rombos y la cintura de los vaqueros, sirven para datar la imagen: finales de los 70. De dos a tres hijos por familia. 20.786 nacidos en la provincia de Cádiz. Tasa bruta de natalidad: 22,42. En la segunda, un chico y una chica posan ante la cámara, sonrientes y felices, porque están de viaje de novios. Fue hace un par de años, antes de que arreciara el temporal. Él, harto de contratos en precario, se prepara ahora unas oposiciones a lo que sea. Ella, administrativa en paro, cobra la ayuda del Gobierno y hace guardia una vez por semana en la cola del Inem. Estamos en 2008. De cero a un hijo por familia. 14.468 nacidos. Tasa bruta de natalidad: 12,05. Y bajando...

El primer semestre de 2009 confirma el diagnóstico: adiós, cigüeña, adiós. Se acabó la segunda edición del 'baby boom' que sostuvo la tendencia al alza desde 1998 a 2007, y la mantenía relativamente estable desde entonces. Entre enero y junio del pasado año nacieron 1.022 niños menos que en el mismo periodo de 2008. En el global del ciclo, no habrá corrección de la curva ni vuelta atrás: la natalidad cayó por tercer año consecutivo. Esta vez de forma mucho más rotunda y significativa.

¿Qué ha cambiado entre los dos retratos de familia que comparten sitio en el recibidor? Casi todo. Por ejemplo, que en muchos hogares gaditanos los que salen en la foto no son padres blancos, de raíz europea, ni críos homogéneos, que presumen de su Primera Comunión en plano medio y marco de plata. Los hay magrebíes, peruanos, senegaleses... Durante la última década, el crecimiento de la natalidad recayó sobre dos colectivos fundamentales, según explica el Catedrático de la UCA y experto en Demografía, Julio Pérez Serrano: «Inmigrantes y clases populares». Precisamente, «los que están recibiendo de lleno el impacto de la crisis».

Querer y poder

No es que ya no quieran tener hijos. Es que no se lo pueden permitir. Un bebé, en 2010, es un lujo, como el segundo coche. En el Observatorio Andaluz de la Infancia, dependiente de la Junta, ya preparan un estudio para analizar, con más detalle, las causas y consecuencias del parón que adelantan las estadísticas y que puede ir para largo.

Desde 1977, hasta finales de los 90, el número de nacidos cayó de forma paulatina, pero constante. Fue consecuencia, sobre todo, de dos factores combinados: la reestructuración del sistema productivo, que restó peso al campo («mientras más hijos, más mano de obra») y la generalización del uso de métodos anticonceptivos. Con la última década del pasado siglo, llegaron los inmigrantes, que salvaron, al menos por un tiempo, la curva.

Según explica Pérez Serrano, «la tasa neta mínima que asegura el crecimiento de la población es de dos hijos por familia, porque es la única manera de que haya un porcentaje aceptable de mujeres que, en última instancia, son las que garantizan la renovación demográfica». A inicios de los 90, se llegó a tocar fondo con una tasa de 1,02. La inmigración levantó el porcentaje a lo largo de la década hasta el 1,47: un respiro medido, pero a todas luces insuficiente. Ahora, la tendencia al alza ha vuelto a quebrarse.

Lejos quedan los 50-60, cuando Cádiz revalidaba cada año su título de primera provincia española en tasa neta de hijos por familia, «por la influencia del ámbito rural y la falta de métodos y hábitos de planificación familiar».

Indicador sensible

Alberto Fernández, psicólogo especializado en conductas sociales, explica el frenazo a la natalidad desde otra perspectiva, aunque apunta a la misma conclusión: «El indicador más sensible a la inestabilidad económica, es el matrimonio. El segundo, es el de los nacimientos. En los primeros seis meses de 2009 hubo 307 bodas menos que en mismo periodo del año anterior. Pero una cosa sigue siendo el gasto puntual que requiere un acto voluntario, como es casarse, y otro lo que cuesta tener y criar a un niño en una coyuntura como la actual. Aunque claro, en la natalidad siempre está el condicionante, muchas veces oculto, de que hay hijos no esperados, que no son productos de una decisión premeditada».

Las verdaderas consecuencias del bache sólo podrán evaluarse a medio y largo plazo. «Los niños de hoy», recuerda Alberto Fernández, «son los trabajadores de mañana».