MIGUEL DELIBES: EL ÚLTIMO CLÁSICO
CATEDRÁTICO DE LITERATURA DE LA UCA ESCRITOR Actualizado: GuardarMiguel Delibes es un clásico, en la misma medida que Cervantes, Quevedo o García Lorca. Cada uno a su manera, es decir cada uno con su estilo personal e inconfundible.
¿Quiere esto decir que ya no hay ni habrá ningún clásico más? No, si no que todavía no ha surgido ningún escritor que haya sabido o podido dejar escuela. En cambio, los anteriormente mencionados -además de una larga lista- sí. ¿Por qué? Porque el estilo de los clásicos es reconocible, modélico y crean un canon estético fácilmente identificable si se trata de imitar, lo que, de no justificarse, supone un plagio.
¿Cuál era el estilo de Miguel Delibes? ¿Y qué modelo o canon incorpora a la larga historia de la literatura? La marca y la herencia más profunda que Delibes ha entregado a la literatura, es su prosa, una prosa límpida y natural que -como escribía el alumno aventajado de Juan de Mairena- se traduce en literatura como la manera de hablar en la calle. Y en el caso de Miguel Delibes, la manera de hablar en el campo y en los pueblos castellanos. Vale decir: un castellano también clásico, posiblemente heredado del castellano que habló Cervantes y del castellano que llegó a América, que hasta vergüenza da y nos saca los colores oír hablar a nativos y campesinos de la América hispana, por muy pobre que sea su origen, con una riqueza de vocabulario y una expresión gramatical superior a la de cualquier español de cultura media-alta.
Ha dejado también una galería de personajes inmortales y ha enriquecido la nómina de temas universales, como el de la infancia, la muerte, la soledad, la emigración, la ancianidad, el abandono de los mayores.y la visión de la naturaleza. Una naturaleza que si bien encuentra -cómo no- su antecedente en el tópico horaciano, enriquece con su más novedosa aportación que, incluso, es la mayor herencia que nos ha dejado: el respeto que debemos al equilibrio del sistema ecológico. En donde incluso la caza -respetuosa con las leyes naturales- tiene sentido. Ética y estética unidas en más de veinte novelas cuyos títulos forman ya parte de la Historia de la Literatura.. Un clásico del siglo XX.
Es difícil ponerse a hablar de Miguel Delibes sin caer en la tentación de decir lo bien que están escritos sus libros. Es una insistencia extraña, pues su prosa discurre sin estridencias, dueña de una sintaxis casi imperceptible que jamás tiende trampas o quiere deslumbrar al lector. Es casi la prosa de un naturalista o de un topógrafo, una prosa que recuerda la prosa 'administrativa' de Kafka, o la 'objetivista' de Musil. La prosa de alguien que se limita a levantar las coordenadas de un lugar, que lo hace con un lenguaje tan preciso como aparentemente instrumental, sin una pretensión artística declarada.
En la obra de Miguel Delibes no hay énfasis, ni el deseo de impartir lección alguna. Es la obra de quien se limita a mirar a su alrededor tratando de poner un poco de orden en su pensamiento, y que lo hace con el sereno escepticismo del que intuye que ningún mal verdadero tiene remedio. Tal vez por ello escasean en sus libros las reflexiones acerca del sentido de su tarea, a que tan proclives suelen ser los escriotres, y cuando se embarcaba en ellas es siempre un poco a regañadientes, como si no comprendiera el empeño que ponen los otros en hacerle hablar de lo que no quiere. La literatura surge para él de un acto de atención, pero sobre todo del acierto al convocar la palabra. «La convocatoria de la palabra, escribe, es el desafío permanente del escritor. Lograr que la palabra acuda puntualmente a los puntos de la pluma es nuestro objetivo. El escritor convoca a la palabra pero esta comparece o no comparece».
Pero, ¿cuál es el misterio que hace que no podamos leer ni uno solo de sus libros sin sentir que algo esencial se está diciendo sobre nosotros mismos, y transforma cada una de sus páginas en arte verdadero e inolvidable? Convocar la palabra, hacer aparecer ese hilo de oro, esa es la misión del verdadero narrador de historias. No hace falta añadir que Miguel Delibes la cumplió como pocos escritores de nuestra lengua.