Fernando Terremoto, una vida volcada en el flamenco
La mayoría de los artistas que han participado en el XIV Festival de Jerez le han dedicado sus actuaciones
JEREZ. Actualizado: GuardarYo creo que el Festival de Jerez debería de habérsele dedicado a Fernando Terremoto, porque por méritos se lo ha granjeado de sobra a lo largo de su corta vida. Sí, porque me ha llamado la atención, como la mayoría de los artistas flamencos que han participado en el Festival de Jerez han dedicado sus actuaciones a Fernando Fernández Pantoja, y lo han hecho tanto ensalzando sus características y virtudes cantaoras como alabando su categoría humana de gitano y persona de bien. Tal cantidad de dedicatorias y de recordatorios han revuelto mis adentros retrotrayéndome a tiempos en que La Asunción era barriada en la que residían más familias gitanas de Jerez, varias de ellas descendientes de grandes artistas jerezanos, cantaores y bailaores.
No había un bloque en el que, en algún piso, no viviera algunas de estas familias de las que recordamos a: los Moreno, los Lara, los Lazo, los Cantarote, los Méndez, los Fanegas, los Montoya, los Fernández. la mayoría provenientes de núcleos como Santiago, San Telmo, Santo Tomás, así como también de la campiña jerezana. Cada uno con sus peculiaridades y características; las distinguíamos por sus 'jechuras': unos más 'espigaos' o 'achaparraos', más morenos o trigueños pero todos con un denominador común: gente noble y de respeto, incapaces de molestar ni alterar la extraordinaria convivencia que en La Asunción existía, continuando allí con sus tradiciones y costumbres, haciéndose todos una piña cuando el dolor lo requería e igualmente en los momentos de celebraciones y alegrías.
El matadero, la plaza de abastos y el Volapié eran los centros neurálgicos de la barriada de La Asunción, donde se llevaba el pulso y se cocían todos los sucesos y acontecimientos de aquel sano y fraterno colectivo. Un día corrió la noticia de que Isabel Pantoja, la mujer de Fernando Terremoto, había tenido un niño, un niño que por supuesto, querido como el que más, venía al seno de un hogar donde lo esperaban los brazos abiertos de toda la familia, especialmente los de sus hermanas Luisa y Juana para los que Fernandito era como un regalo del cielo. En un momento en que su padre gozaba del máximo esplendor y reconocimiento artístico. Ni que decir tiene, que aquel niño se crió lleno de amor y de vibraciones artísticas por lo que no fue de extrañar que apenas rozara la adolescencia, uno de sus entretenimientos y aficiones fuera la guitarra, instrumento que le acompañó a lo largo de toda su vida y que sirviera para enriquecer y afianzar más si cabe todos aquellos conocimientos que le había transfundido su legado genético y que de forma natural llevaba en la pulpa de su sangre. Con ella en los brazos, Fernando no solo afinó su oído y templó su voz sino que le puso música a tantos sentimientos personales de los que escribiera y que en forma de cantes y canciones dejara plasmado como prueba de su profesionalidad y capacidades artísticas.
Talento y éxito
Pero el espaldarazo definitivo como compositor nos lo dio el día que nos convocó con su zambomba en el Teatro Villamarta, en cuyo escenario desplegó un ramillete de letras y músicas nuevas sobre la Navidad y nuestras tradiciones y que cuyo incuestionable éxito se debió a su talento, pues fue capaz de escribir y componer de una temática de la que Jerez goza de un abundante acervo y de la que ya han escrito y compuesto innumerables autores, siendo por tanto más difícil de abordar sin caer en la imitación o el plagio. Razón por la cual, como aficionado y autor me llamara la atención su capacidad para abordar esa parte de nuestro cancionero popular: el villancico navideño. Acompañado por un buen número de miembros de su familia y de su peña, casi todos en artistas, fueron capaces de mantener atentos e interesados a sus músicas, letras e interpretaciones a todo un Teatro Villamarta, que durante el tiempo que duró la escenificación de la zambomba, estuvo expectante ante el acertado despliegue artístico que Fernando Fernández Pantoja fue capaz de coreografiar y dirigir durante las casi dos horas que duró el espectáculo. Ni que decir tiene que salimos del teatro entusiasmados y plenamente convencidos de que estábamos ante un artista completo.
Después de acaparar nuestra atención con aquel espectáculo hemos estado atentos a él y a otros recitales que ha ido dando durante su época de residencia sevillana, en la que sin lugar a dudas obtuvo un considerable prestigio y caché profesional, siendo desde esta ciudad desde donde mayor proyección y contratos consiguiera en el territorio nacional e internacional. Desde entonces no paró de dar recitales como solista y como artista invitado en numerosos espectáculos, así como colaborando con bailaores y bailaoras de primera y también para primeros planos y puestas en escena de sus coreografías.
Obvia decir que la fulgurante vida profesional de este gran artista jerezano se vio truncada tras la aparición de su penosa enfermedad, la que cercenó su futuro en los momentos que gozaba de más reconocimiento, transformando tan dulce momento en amarga circunstancia, que ha trascendido a todo el colectivo flamenco nacional, los que al enterarse, le han querido dedicar sus actuaciones en el Festival de Jerez, el que como decíamos debiera de haber estado dedicado a su memoria.