Fernando Alonso probó con su monoplaza en el circuito de Bahrein antes de la primera gran cita. :: AP PHOTO
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«Confío mucho en mi coche»

La primera jornada en Bahrein demostró que hay cuatro equipos por encima del resto, además de la potencia de la marca alemana Alonso está satisfecho con el Ferrari pese a la pujanza de los motores Mercedes

BAHREIN. Actualizado: Guardar
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El primer baile de los bólidos sobre el asfalto de Bahrein decretó la fragmentación de la F-1 en dos mundos. De un lado, los habituales tripulantes, los equipos de los últimos años y, de otro, la nueva hornada que ha llegado con la apertura de limitadores salariales, las escuderías low cost. Hay siete y ocho segundos de distancia entre unos y otros, registros de contrarreloj ciclista. Lo que equivale a vaticinar dos carreras, la de los monoplazas normales y la del carril lento.

En la zona noble despuntaron los motores Mercedes, cuyo rendimiento quedó retratado en el dominio de las dos sesiones. Por la mañana, Adrián Sutil, con el Force India, y al mediodía su amigo Nico Rosberg, con el Mercedes oficial. Un punto de conexión suficiente para establecer un debate y teorizar sobre las bondades del propulsor de la marca alemana.

«Parece que están un pasito por delante», admitió Fernando Alonso, segundo durante la primera sesión en su debut oficial con Ferrari y noveno en la segunda. La irrupción matinal de Sutil ya resultó reveladora por lo que supone que el Force India gobernase a los demás. Su compañero, el semi-nuevo Liuzzi, no anduvo lejos (séptimo). El coche indio ya funcionó como un reloj en el tramo final del año pasado y estuvo cerca de ganar en Spa con Fisichella. También en 2009 fue habitual que registrase la máxima velocidad punta del día.

Otra forma de trabajar

«En Ferrari se trabaja de una forma muy distinta a lo que estaba acostumbrado -comentó Alonso-. Nos hemos centrado en comparar los dos tipos de neumáticos para la carrera. Tengo mucha confianza en mi coche».

Y desveló que Ferrari está trabajando en un alerón trasero similar al de McLaren. Los ingenieros de Woking han inventado un sistema, según el cual el piloto puede controlar el flujo de aire que entra en el suelo del monoplaza.

Pero la jornada dejó varios detalles. Más que una superstición, el asunto se ha convertido en un hábito costumbrista. El número 13 no existe en la Fórmula 1. Se acepta por encima del sobreentendido. En ninguna clasificación, lista oficial y, mucho menos, en un coche aparece el guarismo. Como si fuese un agujero negro en la escala, el 13 desapareció desde el mismo día que se creó la competición, en 1950. Y por ese motivo, Pedro Martínez de la Rosa paladea su regreso desde el garaje 12º, que no del 13.

Le tocaba el trece por la clasificación de BMW Sauber en el Mundial de constructores del año pasado, aunque el español esquiva la presunta fatalidad sin mirada malencarada. «No soy muy supersticioso», suelta a la carrera mientras va de reunión en reunión.

En otros circuitos del mundo, se salta el garaje 13 como si allí se engendrase la peste. En Bahrein le han otorgado otro estatus, más políticamente correcto. Se llama 12º y por allí habita De la Rosa, cuyas principales manías son pecata minuta comparado con otros augurios: siempre entra en el coche con el pie derecho y sujeta con una cinta adhesiva a su virgen de la buena suerte.

Ningún monoplaza lleva el número 13 desde 1976 y ni siquiera apareció por la pista. Antes de eso, sólo un piloto saltó al asfalto con el dorsal negro. Fue el mexicano Moisés Solana, que compitió en el gran premio de su país y terminó undécimo.