El magnate de la telefonía mexicana Carlos Slim junto a Felipe González, su amigo y asesor. :: ANDRÉS STAPFF/REUTERS
Sociedad

Un tendero en la cima del éxito

El mexicano Carlos Slim ha desbancado a Bill Gates como la mayor fortuna del planeta, lo que no le impide andar por la calle sin escolta. Amigo de Felipe González, dicen que es un hombre «cercano» con 53.500 millones de dólares en el bolsillo

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Carlos Slim no usa ordenador. Lleva encima una libreta en la que apunta gastos e ingresos, pesito a pesito. La primera se la regaló su padre cuando eran tenderos en la mercería de La Estrella de Oriente, en la Calle de Capuchinas de Ciudad de México. En ese enorme local, con un larguísimo mostrador y paredes altas llenas de cajones a los que se subía con una escalera, nacía un empresario. A los 8 años, Carlos era capaz de llevar el negocio con los ojos cerrados. A los 12, invertía en Bolsa y a los 25 fundaba su propia empresa. Hoy, a los 70, el niño de la libreta es la persona más rica del planeta, según 'Forbes', el primer latinoamericano desde que la revista lleva la cuenta. Y dicen que es un tipo corriente.

Absolutamente normal, salvo porque es el dueño de un 'holding' de dos centenares de empresas que incluyen las telefónicas mexicanas Telmex (80% de la cuota) y Telcel (70% del mercado) y que ha acumulado una fortuna estimada en 53.500 millones de dólares. ¿Cuánto es esto? No se pierdan: para conseguirlo, el español medio tendría que trabajar 40.000 vidas. Y, claro, no gastar un duro en ese tiempo. El botín de Slim es similar al PIB de Bolivia, y aún le sobran 10.000 millones de dólares. 'El ingeniero', así lo llaman en México, ha conseguido desbancar por un 'quítame ese medio millón de dólares' al todopoderoso Bill Gates (y al tercero, el gurú financiero, Warren Buffet). La cabeza de Microsoft se ha dejado adelantar por sus inversiones en filantropía y por el 'sprint' de Slim, que en el último año ha amasado otros 18.500 millones de dólares. Esto es un chorro en la cuenta de más de dos millones de dólares (1,5 de euros) a la hora. Sí, a la hora.

Y siguen diciendo que es un tipo corriente. Que se toma las cosas con calma. «No le va a hacer gracia lo de Forbes», dicen los que le conocen. Uno de sus ejecutivos del grupo Carso, Arturo Elías Ayub, ha declarado a 'Time' que, al enterarse de la noticia, acertó a decir tres palabras en una frase-disparo: «Me es impermeable».

Cuentan sus allegados que el magnate de la telefonía mexicana es un tipo austero que no se pasa la vida en un jet privado, que hasta hace unos años vivía en un piso y que su oficina es más propia de los años 70. Fuera mármoles y maderas nobles. No es que sea un tacaño (al menos no hay pruebas patentes de ello), pero sí un tipo sobrio, frugal. Como la frase que hizo circular entre sus empleados: «mantener la austeridad en tiempos de vacas gordas fortalece, capitaliza y acelera el desarrollo de la empresa, y además evita los amargos ajustes drásticos en las épocas de crisis». Las crisis. Los Slim acostumbran a flotar cuando los demás se hunden. Así lo hizo Julián Slim, el padre de la criatura, un libanés católico maronita que llegó a principio de siglo a México con 14 años y sin conocer el idioma. Con el país patas arriba por la Revolución mexicana, el inmigrante fundó la mercería La Estrella de Oriente, germen de un imperio.

La lección de Slim es que cuando los demás tiran la pasta, él la reserva. Cuando la cosa se pone fea y los otros venden, él aparece de la nada y compra. Así le sucedió tras la crisis que anegaba México en 1982. Entonces su grupo (Carso), que arrancó con algunas inversiones inmobiliarias, comenzó a invertir en telefonía. En 1990 se hizo con el 20% de la empresa privatizada de telecomunicaciones Teléfonos de México (Telmex), una operación que se conoció en el país como 'la venta del siglo' y por la que le acusaron de amiguismo con el presidente Carlos Salinas.

Puros habanos, amigos y arte

Recientemente, repitió la jugada: se hizo segundo accionista del 'The New York Times' y además le prestó a la empresa 250 millones de dólares que apuntó en su libreta. No quería controlar los medios, solamente invertir. Esa ha sido otra de las premisas del 'Ingeniero', que asegura que todos tenemos una vocación. A algunos les da por ser toreros, a otros por pintar. «A mí me gustan las inversiones».

Y la oficina. No maneja ordenadores, aunque se comunica por una Blackberry. Duerme seis horas al día (se acuesta a las 2 de la madrugada y a las 8 está en planta) y asegura que el trabajo bien hecho es «una devoción». No tiene muchos más vicios. Si acaso, los puros habanos, los amigos y el arte. Sus íntimos lo definen como un tipo campechano y sin halaracas que puede repetir camiseta cuando está de vacaciones. Hugo Loya, editor en jefe de Cartera del periódico 'El Universal' (el de más tirada del país), admite que Slim es una persona «cercana» que no gusta de los lujos de otros poderosos. Cuando llega a los actos, lo hace caminando y rodeado por un discreto equipo de seguridad. «Algunas veces, incluso, se le puede ver andando por el centro de Ciudad de México sin escoltas», se sorprende el periodista.

Loya asegura que el empresario acostumbra a charlar con los comunicadores de «cosas que no tienen que ver con la empresa» y que «le gusta la bohemia de una guitarra y alguien cantando».

¿El secreto del pelotazo? El editor destaca que en su vida empresarial siempre se ha rodeado de «asesores de talento, con los que se reúne habitualmente para hablar de temas diversos». Entre ellos está Felipe González. Ha sido su consejero en asuntos importantes y con él pasa temporadas en México, uno de los destinos preferidos del político español. También le gusta rodearse de obras de arte. De hecho, posee la mayor colección privada del escultor Auguste Rodin, que se puede ver en el Museo Soumaya, el centro que lleva el nombre de su mujer. Ella -Soumaya Domit, también de origen libanés- murió en 1999 después de construir una familia con seis hijos. Recientemente, la prensa del corazón relacionó a su marido con Noor de Jordania, también viuda del rey Hussein. Hubo fotos y comentarios, aunque Slim asegura que no son más que amigos y que sigue siendo fiel al recuerdo de su esposa. «Ya tengo una familia, no necesito formar otra», dijo.

En la lista de los 'milmillonarios' de 'Forbes' hay 36 latinoamericanos, en su mayoría brasileños, y por segunda vez incluye al narcotraficante mexicano, Joaquín 'El Chapo' Guzmán.

Una fortuna controvertida

La montaña del éxito en la que se ha subido Carlos Slim es altísima, pero proyecta una gran sombra. A nadie se le escapa que el magnate ha amasado semejante fortuna en un país en el que los ingresos medios anuales son de 14.000 dólares y hay 45 millones de pobres (casi la mitad de la población). «Que se sepa esto no le favorece», asegura Hugo Loya. «Es una muestra de la mala distribución de la riqueza en México, los atrasos en la educación y la falta de oportunidades». Para el periodista, el milagro de los Slim «no podría haberse dado ahora», una época en la que es «prácticamente imposible emprender ni siquiera un pequeño negocio» bajo la losa aplastante de la burocracia. Por otra parte, los mexicanos han acusado en muchas ocasiones a Slim por haber «disfrutado» de una situación de monopolio en el sector de la telefonía, un mercado en el que las barreras para los competidores eran, en ocasiones, insalvables. «Él se ha hecho más visible, más presente en los últimos años», asegura Loya. A su favor, Slim se ha esforzado por potenciar su labor filantrópica con importantes inversiones en educación y la salud. Sus fundaciones tienen un valor de más de 4.000 millones de dólares y se anuncian inversiones por otros 6.000 más. No será tan avaro.