La difícil redacción del testamento del clan de Alcalá
Los 16 años de poder ininterrumpido de gaditanos al frente de la Ejecutiva Regional tocan hoy a su fin
CÁDIZ. Actualizado: Guardar«Esto no ha acabado aún». La frase la pronunció el miércoles Manuel Rodríguez Méndez, dirigente socialista de Linares, pero, versionada, la copian veteranos responsables de la estructura orgánica del PSOE en la provincia de Cádiz cuando se les pide pronóstico para el Congreso Regional Extraordinario que arranca esta mañana en el Palacio de Exposiciones de Sevilla.
La cita, programada para consagrar el ascenso de José Antonio Griñán al liderazgo absoluto del socialismo andaluz, ha sido definida como un relevo «progresivo, profundo, tranquilo y ejemplar». Pero falta saber si los llamados a dar un paso a un lado, para dejar sitio a las nuevas generaciones, lo hacen sin ruido, si suman o restan su apoyo al renovador mensaje del presidente de la Junta y, desde mañana, nuevo secretario general andaluz. Aunque Jaén (con Zarrías como rostro reconocible) disputa el tradicional papel contestatario de las agrupaciones gaditanas, una de las incógnitas de la cita radica en conocer las proporciones que tendrá el descenso de protagonismo de los dirigentes gaditanos en la estructura regional.
Relevo también geográfico
Pese a su limitado peso numérico -los delegados gaditanos sólo serán 52 de los 514 delegados citados desde hoy-, su papel cualitativo en la cúpula socialista andaluza ha sido enorme e ininterrumpido desde la llegada de la democracia. Ese peso, encarnado en el Clan de Alcalá, tiene a su último representante en Luis Pizarro Medina. Vicesecretario general desde 1994, ha desempeñado una tarea de control de las ejecutivas provinciales que le ha convertido en el hombre fuerte del partido.
Ese papel acaba hoy. Pese a las viejas complicidades que reclaman su continuidad, pese a que mantendrá responsabilidades ampliadas al frente de la Consejería de Gobernación, su papel orgánico se da por terminado. Él lo acepta hasta el punto de que el pasado sábado, en Cádiz, se despidió.
Todos los pronósticos señalan que la provincia gaditana no renovará una representación tan decisiva. El hecho de que el número de miembros de la nueva Ejecutiva Regional vaya a bajar a la mitad y el innegociable deseo de Griñán de separar cargos institucionales de cargos orgánicos juegan en contra de esa opción.
Sumado el confesado afán de renovación del nuevo líder a estos dos cambios estructurales, la evidencia está servida. Cádiz perderá peso. Tendrá presencia, tipo cuota y trozo de tarta. Pero ya no será la de Perales, Pizarro... Sólo en la última etapa han sido 16 años consecutivos de incontestable presencia. Toca cambiar. Que haya apoyo unánime, quejas aisladas o promesa de 'vendettas' tras ese adiós dependerá de lo que les guste a los finiquitados el testamento político que les ha reservado el secretario general que llega. A eso se refería Rodríguez Méndez con aquello de «esto no ha acabado aún». Hay que redactarlo.