Otra seria advertencia
España corre el riesgo de limitar tanto las reformas que acaben siendo poco eficaces
Actualizado: GuardarEl informe de la OCDE, que pronostica un largo período de empobrecimiento para la economía española, vuelve a poner en cuestión la renuencia con la que nuestro país viene respondiendo a todas las recomendaciones que se le han hecho para introducir reformas estructurales. No es casual que España e Irlanda aparezcan como los dos países desarrollados que durante más tiempo van a sufrir las consecuencias de la crisis. También fueron las dos economías que experimentaron un crecimiento milagroso aunque, a la postre, se ha demostrado que se alzaba sobre bases demasiado endebles. El Gobierno se contentó, desde el primer momento, con acometer la tarea que compartía todo el mundo desarrollado -salvar el sistema financiero de un colapso definitivo- mientras negaba que, además del excesivo peso de la construcción residencial, nuestra economía padecía también otros males propios. Nunca ha querido admitir, ni siquiera ante los requerimientos del Banco de España, que nuestro país debía realizar un esfuerzo mayor que los países de nuestro entorno a la hora de sentar las bases para una recuperación que, desde un principio, se anunció más tardía para la economía española. Y ahora corre el riesgo de limitar de tal manera las reformas necesarias que acaben siendo poco eficaces. Es lo que ocurrirá con la reforma del mercado de trabajo si la lógica de los derechos adquiridos acaba imponiéndose a la necesaria adecuación de las relaciones laborales a los desafíos de la competitividad. El modelo contractual debe servir antes para generar empleo que para asegurar aquel que la existencia de cuatro millones de parados está poniendo en peligro. De igual modo la negociación colectiva no puede concebirse como muro de contención inamovible frente a las circunstancias específicas que viven las empresas. Porque los problemas que acarrea la combinación descrita por el informe de la OCDE, entre un índice tan elevado de desempleo y una notable reducción de la población activa en España, constituye un lastre que nadie podrá sacudirse dando la razón, de entrada, a los sindicatos. Si la revisión del sistema de pensiones se pospone para no suscitar reacciones, la reforma laboral se orienta hacia un común denominador reducido a su mínima expresión, y la contención del déficit se dilata en el tiempo, la economía española puede ver cómo su reactivación se pospone aun más de lo previsto.