Cumbre desigual
La UE ha de exigir a Marruecos una mayor relación entre aspiraciones y compromisos
Actualizado: GuardarEl desarrollo de la primera cumbre entre la Unión Europea y Marruecos, celebrada durante el fin de semana en Granada, fue un buen reflejo de la complejidad y las peculiaridades que caracterizan dichas relaciones, así como de la diferente manera que cada una de las partes tiene de abordarlas. Europa y Marruecos cuentan con una amplia agenda de temas de interés común, en los que la colaboración mutua resulta imprescindible. La Unión saldrá siempre beneficiada de las reformas que el régimen alauí emprenda tanto desde el punto de vista de los derechos y libertades como en cuanto a las condiciones para el desarrollo económico. Y Marruecos está interesada en ocupar una posición cada día más ventajosa y cercana a la UE. Pero las instituciones de la Unión, los gobiernos europeos y las opiniones públicas de este lado del Estrecho necesitan comprobar la correspondencia entre exigencias y compromisos por parte marroquí. Zapatero no ha dejado de insistir estos últimos días en la trascendencia de este primer encuentro en la cumbre. Pero sus protagonistas podían haber ofrecido un balance más explícito de la situación y de sus perspectivas inmediatas, aunque la contenida vaguedad en los pronunciamientos de los anfitriones -Van Rompuy, Barroso y el propio Zapatero- contrastó con la soltura mostrada por el primer ministro Abbas el Fassi y con la hábil irrupción por escrito de Mohamed VI en la reunión. El deseo expresado por éste de que el «estatuto avanzado», que fija el marco de relaciones entre la UE y Marruecos, dé paso a un «partenariado privilegiado», o su demanda de que en el seno de la Unión se aceleren los trámites para una mayor apertura de los mercados europeos al agro marroquí, demuestra que Rabat tiene claras sus prioridades, su política de Estado, frente a las dificultades que la UE encuentra a la hora de reconocer avances en materia de democratización y en cuanto a la homologación de los sistemas de competencia económica. Además, si algo evidenció la clausura de la cumbre de Granada es que el mero enunciado de una solución para el Sahara «en la que todas las partes estén de acuerdo» conduce a que la cuestión se dilucide, de hecho, en torno a la propuesta de Rabat de «una amplia autonomía» para dicho territorio dentro de la soberanía marroquí.