Editorial

Bombas contra urnas en Irak

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Tal como se preveía, la violencia hizo acto de presencia en las segundas elecciones de Irak tras la caída de Sadam Husein. Los atentados, en los que murieron más de 30 personas, trataron de impedir la incipiente consolidación democrática del país. Pese a todos los fallos y corruptelas, la situación económica ha mejorado y progresan los intentos de que los iraquíes decidan sobre su destino. En principio, las tropas de EE UU se retirarán a finales de 2011. Sin embargo, queda mucho camino que recorrer para lograr la convivencia pacífica entre los grupos étnicos que conforman Irak. Como se vio ayer, los mayores problemas son los del mantenimiento del orden público, debido a la insurgencia y sus intentos de boicotear las nuevas instituciones. El terrorismo de Al-Qaida aprovecha los enfrentamientos entre las distintas comunidades en las que está dividido el país. El principal ganador de la guerra de Irak ha sido Irán, convertido ahora en la potencia regional dominante, algo que inquieta a sus vecinos y que podría introducir a Arabia Saudí en la carrera nuclear. Siete años después de la invasión, Irak ha hecho progresos que es necesario apoyar, pero el futuro de la región sigue lastrado por las cuestiones de seguridad y la falta de libertades efectivas en casi todos estos países.