Puli celebra el tercer tanto de los isleños. :: FRANCIS JIMÉNEZ
CRÓNICA

Firmes como una fortaleza

Seis son los puntos de ventaja que tienen los azulinos sobre el Arcos, tercero, tras firmar una actuación efectiva ante un rival inferior La victoria del San Fernando ante la Roteña lo afianza en la segunda plaza

SAN FERNANDO. Actualizado: Guardar
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Segundo por méritos propios y con seis puntos de ventaja sobre el tercero, el Arcos, que el sábado no fue capaz de marcar en feudo del Atlético Zabal. El San Fernando se afianza como el mejor escudero del Conil de Manolo Rueda, que no da tregua, gracias a una nueva actuación eficaz, una nueva victoria basada en el trabajo de equipo, no demasiado brillante pero tan válida como los tres puntos que reporta.

El campeonato enfila ya su tramo final y es ahora cuando no se puede ceder terreno, cuando no cabe posibilidad de error. Esa es la idea que tenían los azulinos en la cabeza. La practicidad hasta sus últimas consecuencias. Después de los dos últimos empates ante Arcos y Xerez B, nada mejor que una victoria para reconciliarse consigo mismo, con una afición fiel y consecuente y con una clasificación que ya no agobia tanto como antes, y que va a permitir que, en lo sucesivo, se pueda trabajar con calma.

La misma parsimonia con la que saltaron al terreno de juego. Era cuestión de tocar y tocar, de no fallar en las ayudas y de buscar las alas para abrir el campo, porque sobre el césped estaba toda la artillería y era cuestión de esperar y tener confianza. Juan Antonio Sánchez Franzón resolvió de la mejor manera su último dilema con el centro del campo. Decidió mandar a la grada a Roberto Rodiel, muy gris en las últimas semanas, y darle los galones a Canito, que dejó la banda a Sotelo para hacerse dueño del centro del campo.

Y bien que ejerció su rol el isleño, pues las sensaciones que ofrecía el equipo nada tenían que ver a las que se vieron siete días antes ante el filial xerecista. Llegaba el San Fernando en los primeros compases, no con peligro pero sí con cierto criterio, lo que hacía presagiar que en algún momento llegaría el premio. La Roteña, por contra, sabía que su batalla no era otra que destruir, no perder el orden ni los nervios y esperar a que los Moi, Ayoub o Paquito resolvieran para dar la sorpresa. Pero los de Ismael Pérez apenas verían portería en los primeros 45 minutos.

Con Reque cubriéndole las espaldas, el otrora director deportivo comenzó a repartir juego, a abrir a las bandas buscando a Beato y Sotelo y a ir asentando a un equipo que encontró su objetivo rebasada la media hora. El propio Canito sacaba un córner teledirigido hacia la cabeza de Diego Castillo, que remató sin oposición tras el fallo descomunal de la zaga rojinegra, despistada por el inteligente paso hacia adelante que dio Sotelo para engañar y hacer creer que se iba a sacar en corto. El gaditano pudo hacer el segundo al filo del descanso tras una gran asistencia de Puli, pero el balón se estrelló en el travesaño.

Pérez quiso darle más brío a su equipo y metió en el campo a Iván y a Poley, pero fue de nuevo el San Fernando el que puso las cartas sobre la mesa con un gol de Sergio Beato que aportaba relativa tranquilidad.

Todo parecía encarrilado y durante la siguiente media hora, lo más destacado fue que amainó el chaparrón y salió el sol. Pero nada de fútbol.

¿Brahím o Ibra?

Conforme iba muriendo el choque más clara era la sensación de que ya estaba todo el pescado vendido, pero entonces llegó Paquito para darle algo de emoción al partido. Con una magistral falta en la media luna metía a los suyos de lleno y suscitaba las dudas entre los más negativos. Nada más lejos de la realidad. La Roteña no había hecho nada para merecer un punto y Puli así quiso dejarlo claro. El pichichi de la categoría se sacaba un testarazo que valía el tercero nada más sacar de centro. Pero el partido ya se había animado.

Iván volvió a sacar los murmullos de una grada silenciosa con un cabezazo que fue más desacierto de Sierra que acierto visitante. Pero de nuevo llegó la justicia con un gol de Brahím de esos de delantero con clase. El canterano recibe, se para, levanta la cabeza, regatea para buscar el hueco y la mete dentro. Pañuelos y vítores le agradecieron su calidad y el esfuerzo del equipo.