Imagen del juicio, celebrado el 18 de febrero. :: JAVIER FERNÁNDEZ
Jerez

Siete años de cárcel por agredir al joven que perdió un ojo

La Audiencia absuelve al Consistorio de toda responsabilidad, aunque tacha de «insuficiente» el dispositivo policial del botellódromo

JEREZ. Actualizado: Guardar
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La Audiencia Provincial de Jerez ha condenado a Marcos O. M. y a José Manuel R. C. a siete años de cárcel por un delito de lesiones, al considerarlos culpables de la agresión ocurrida en el botellódromo por la que el joven Adrián Iglesias perdió uno de sus ojos, el 25 de octubre del pasado 2008. Como consta en la sentencia judicial, a la que este periódico ha tenido acceso, el citado día los dos condenados se encontraban en el espacio de ocio juvenil cuando José Manuel R. C. se percató de que la víctima estaba apoyada en el vehículo de un amigo suyo.

Entonces le increpó y «sin que conste el motivo» le lanzó una botella de cristal, que dejó aturdido a Adrián. Seguidamente Marcos O. M. partió otra botella que llevaba y se la clavó en un ojo, lo que le causó daños irreversibles, al tiempo que el otro agresor le daba puñetazos y patadas en la cabeza. Las otras dos personas imputadas en un principio han sido absueltas, ya que no ha quedado demostrada su participación en los hechos.

Mención aparte merece lo concerniente al Ayuntamiento, al que tanto acusación particular como Fiscalía solicitaban una indemnización al considerarle responsable civil subsidiario, al suceder los hechos en un recinto municipal. El magistrado, sin embargo, absuelve a la Administración, al llegar a la conclusión de que ésta no contribuyó a que se originara el hecho penado mediante una conducta infractora.

Resulta curioso cómo, a pesar de que en la sentencia se reconoce que el dispositivo policial destinado al botellódromo es «escaso e insuficiente», este hecho no se relacione directamente con lo sucedido. «El tribunal conoce y le consta la escasez de medios personales de que adolece la Policía Local... Pese a las deficiencias, no se aprecia la relación de causalidad que debería existir». El fallo termina argumentando que, aunque hubiera habido más agentes en la zona, la agresión «no se hubiera podido evitar ni impedir».