«Se acabó la maldición»

Poco a poco van cayendo los premios en la vitrina de 'Gran Hermano', el programa incombustible que menos gusta a los críticos. El martes, Jaime Guerra, productos ejecutivo del 'reality', recogió su segundo TP de Oro.

-Mercedes Milá dijo algo así como que «ya era hora».

-Parece que ya se ha acabado la maldición. Premiar a 'GH' ya no se ve como algo negativo. Hace dos años nos dieron también el TP de Oro al mejor 'reality' pero antes nos metían en concursos con 'Pasapalabra' y siempre se lo daban a ellos.

-¿Merecían más premios?

-Sí, creo que nos hubiéramos merecido alguno más. 'GH' ha hecho historia y el reconocimiento de la audiencia es bestial pero, aún así, nunca nos los daban.

-¿La espinita es el Ondas?

-Alguna vez he dicho que si nos lo dieran no lo recogería porque llega demasiado tarde, pero en el fondo creo que iría corriendo. A Mercedes Milá ya le dieron el Ondas a la mejor presentadora y ella lo sintió como si fuera también un premio a 'GH', que es desde hace unos años su principal ventana.

-Jorge Javier Vázquez recogió el año pasado el Ondas más cuestionado. ¿Ha abierto camino?

-Puede ser. Todavía parece que ciertos programas no pueden ser premiados por la mala fama que les han puesto los críticos, pero se lo dieron a Jorge Javier. Y me pareció perfecto porque se lo merecía.

-'GH' tiene pocos premios pero mucha audiencia.

-Eso es lo mejor que te puede pasar. Vamos por las once ediciones, un récord mundial, y la audiencia sigue fiel a pesar de que ahora competimos con TVE que no da anuncios. Ése es nuestro premio.

-¿Es 'Gran Hermano' el programa más rentable de Telecinco?

-Los concursantes salen en otros programas y se quedan como tertulianos... Beneficia a la cadena.

-Ahora han inventado un 'reencuentro', otra vuelta de tuerca.

-Hay concursantes que tuvieron mucha presencia en la tele hace unos años y a la gente le gusta saber qué ha sido de ellos, cómo han cambiado. Fue bonito ver a María José y a Jorge darse un abrazo.

-¿Se les ha ido de las manos?

-Creo que no. Sabíamos lo que podía pasar porque nunca hubo tanta gente tan combativa dentro de la casa. Pero con las expulsiones hemos dado un toque de atención.